La mi y la variante mu

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

DADO RUVIC | Reuters

25 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta hace unos meses, para designar en ámbitos no especializados los linajes de las variantes del coronavirus causante del covid se empleaba el gentilicio del país donde se habían detectado por primera vez o donde eran mayoritarios. Se hablaba de la variante india, de la sudafricana, la inglesa, etcétera. Alguien percibió que tales nombres podían ser estigmatizadores para esos pueblos, y la Organización Mundial de la Salud decidió buscar alternativas políticamente correctas para usos periodísticos y populares, sin por ello abandonar en ámbitos científicos otros sistemas que ya se venían empleando. Reunió a investigadores y a expertos en nomenclatura virológica y microbiana, y estos propusieron usar nombres de letras griegas.

Así, se habla de la variante alfa (Reino Unido), beta (Sudáfrica), gamma (Brasil) y delta (India), las cuales están clasificadas como «preocupantes». A ellas se suman las consideradas «de interés»: eta (varios países), iota (Estados Unidos), kappa (India), ípsilon (Estados Unidos), zeta (Brasil) y lambda (Perú). En nuestro idioma veníamos empleando los nombres españoles de esas letras, con algunas vacilaciones cuando alguno variaba ligeramente de los ingleses (alfa/alpha, zeta/theta), hasta que llegó la mu, que hoy aparece entre las clasificadas como de interés. Y hubo quien se desconcertó, pues no veía la mu en el alfabeto heleno.

Mu es el nombre inglés de la letra griega que en español se llama actualmente mi (hasta la edición del Diccionario de 1992 su grafía era my). Se corresponde con la m española, cuya mayúscula, M, es similar a la de la mi. En ámbitos científicos, en textos en español se suele emplear la forma mu. En cuanto al grafema griego, se utiliza como símbolo, con distintos significados, en varias disciplinas científicas. Quizá su uso más conocido es como símbolo del elemento compositivo micro-, que significa ‘una millonésima parte’.

Una forma de llamar a las estrellas consiste en usar una letra griega seguida del nombre de la constelación. Es el caso de la mu Arae, situada a cerca de cincuenta millones de años luz de la Tierra. A propuesta de instituciones españolas, en el 2015 se le dio el nombre de Cervantes, y a sus cuatro planetas, mu Arae b, mu Arae c, mu Arae d y mu Arae e, los de Quijote, Dulcinea, Rocinante y Sancho, respectivamente. Está claro que por aquí nos entendemos mejor con nombres españoles.