¿Una tarifa eléctrica gallega?

Javier Santacruz ECONOMISTA

OPINIÓN

Luis Tejido

15 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La propuesta del BNG de crear una tarifa eléctrica diferenciada para Galicia forma parte del catálogo de soluciones deficientes y maniobras de distracción que proliferan estos días con motivo de la crisis de precios energéticos que afectan a Europa y, en particular, a España. De un mal diagnóstico de lo que está pasando, es inevitable que surjan propuestas de solución arbitristas, profundamente equivocadas y donde la solución es tan mala o más que el propio problema.

Porque el problema no está en cómo se determina la tarifa eléctrica sino en qué mezcla de combustibles nos hemos dado en los últimos años y cómo hemos dejado a su suerte al 40 % de los consumidores de electricidad cuya factura depende de la escalada de precios en el mercado diario. Hemos creado un sistema energético pensando, por un lado, que nunca se iba a producir una escalada de precios como la que se ha producido en la principal energía de respaldo: el gas; y, por otro lado, castigando a energías renovables tradicionales como la hidroeléctrica o la nuclear, cargándolas de impuestos, cánones y hasta el punto de expropiar sus beneficios.

Ello conlleva necesariamente una situación de inestabilidad si no se decide modificar la composición del mix de generación, liberando de cargas a las energías castigadas e incentivando la entrada de más generación de origen renovable con desarrollo de sistemas de almacenamiento (como son las centrales hidroeléctricas de bombeo reversibles), mientras continúa la escalada de los precios del gas. Este y no otro es el verdadero problema del sistema energético, el cual tiene soluciones a corto plazo pero que exigen reconocer el fallo de la política energética del actual Gobierno, cosa a la que no están dispuestos a acceder ni los socios de Gobierno ni tampoco sus socios parlamentarios.

Es la hora, por tanto, de abandonar las soluciones populistas que empeoran aún más el problema («expropiar» beneficios de unas filiales muy concretas de generación mientras se registran pérdidas millonarias en el segmento de comercialización de las mismas empresas) y apostar decididamente por un sistema energético equilibrado, con neutralidad tecnológica, con planificación a largo plazo de inventarios de materias primas, con fomento de energías renovables, y apoyados en almacenamiento tecnológicamente maduro, con más visión sobre las operaciones a plazo que sobre las diarias. Bajo esta misma mecánica del mercado energético (el «mercado marginalista») se han conseguido precios bajos mayoristas en los últimos años, pero por la carga de impuestos y tasas hemos generado la quinta tarifa minorista más cara de la UE. He aquí el «nudo gordiano» de la energía en España.