¿Por qué se odia tanto a Luis Enrique?

César Casal González
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OPINIÓN

Claudio Bresciani / TT

07 sep 2021 . Actualizado a las 08:55 h.

Luis Enrique (Gijón, 1970) no existe. No existe el Luis Enrique que le gustaría a muchos. El moldeable. Lo siento no hay un Luis Enrique de plastilina, como tantos millones de españoles. Por eso cae tan mal. Luis Enrique es como es. Solo tiene un registro. Va por libre. Es intenso. Lo han puesto a parir por la educada peineta que le dedicó a un hincha que le insultó y que llegó en su zafiedad a recordarle la muerte de su hija. Él reaccionó con ese gesto que todos conocemos. No hizo más. Pero como Luis Enrique es la diana favorita de muchos lo han puesto como el diablo al cuadrado.

Resulta que Luis Enrique tiene que aguantar sapos, carretas, insultos y llaves inglesas. Le va en la nómina, dicen muchos. No se puede manchar con ese gesto tan de la calle. A mí, sin embargo, para haberle mentado hasta a su hija fallecida, me parece que el seleccionador ha sido comedido. Debió frenarse, cierto. Los famosos tiene que apechugar con sufrir insultos. Están expuestos y lo saben. Forma parte del juego. Surrealista, pero es lo que pasa. Aunque todo debería tener unos límites, unas líneas rojas.

Algunos que van a la grada solo a insultar tendrían que cambiar de estrategia. Igual ellos necesitan más un diván que una grada. Si buscan únicamente gritar insultos, el problema podría estar en la vida que llevan. Pero seamos sinceros. ¿Cuántos de nosotros nos frenaríamos si nos están insultando todo el día, todos los días y, en un momento de máxima tensión, el insultador pone el dedo en la herida que nunca se cerrará de una hija perdida?

Luis Enrique habla intenso y directo. Ojalá la selección, que juega intenso, hiciese siempre un fútbol más directo. Luis Enrique tiene razón cuando dice que puestos a denunciarlo todo, a cabrearnos con él por perder los papeles y levantar el dedo de la peineta, deberíamos criticar también a esos personajes que van al fútbol a insultar. Esa violencia verbal, no gestual, tendría que ser señalada por los inventores de la moral, esos que han crucificado a uno de los crucificados favoritos de los españoles: Luis Enrique.

¿Por qué se odia tanto a Luis Enrique? Por ir por libre, a su bola. Cabalga solo. Lo hizo como jugador y lo hace como seleccionador. No pertenece a los dos colectivos más numerosos en España: el de los aplaudidores y el de los odiadores. No hace la pelota. Ni está pendiente todo el día de lo que hacen los demás para desacreditarlos. Él tiene hoja de ruta propia y eso en este país es pecado. Entre los pelotas aplaudidores y los tóxicos odiadores te pueden esmagar. No se entiende al que no es gregario, al que no le gusta disolverse en grupitos.

Otro motivo para odiarlo. Tiene el cargo que querrían la inmensa mayoría de los españoles. Es más: el cargo que creen ejercer la inmensa mayoría de los españoles. En el español medio habita un seleccionador nacional con galones. Es tan delirante la situación que, en la pasada Eurocopa, si Luis Enrique llega a ganarla, muchos españoles se hubiesen atragantado. Estaban deseando que perdiese ese atrevido grupo salvaje de chavales que improvisó Luis Enrique.

Ladran, luego cabalgamos.