Pero, ¿no es ya separatista el BNG?

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

César Arxina

28 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Este domingo, coincidiendo con las celebraciones del 25 de julio, entrevistaba La Voz a los líderes de los tres grupos con representación en el Parlamento de Galicia. Entre las muchas contestaciones de Feijoo, Pontón y Caballero llamaba profundamente la atención la de la dirigente del BNG a la pregunta de si quería la independencia para Galicia. Su respuesta (o, mejor, su no respuesta) fue exactamente la siguiente: «O obxectivo da política é que a xente viva ben. Eu creo que nun marco no que deciden tanto en Madrid a Galicia vaille mal. Eu o que quero é que nos recoñezan máis capacidade para tomar decisións».

Tras la lectura de esas palabras, que tanto Feijoo como Caballero podrían haber suscrito sin matices, cualquiera pensaría que Pontón y, por su boca, el BNG, han renunciado a la reivindicación que ha definido, desde sus orígenes, al nacionalismo gallego de izquierdas, un movimiento vertebrado, con distintas formulas organizativas, en torno a la UPG, partido al que la misma Pontón está afiliada: que Galicia es una nación y que, como tal, tiene que ser un Estado independiente.

De hecho, el día anterior al de la publicación de la entrevista, Pontón y otros dirigentes del BNG se reunían en Santiago con lo más granado del independentismo vasco y catalán (ERC, EH Bildu, Sortu, CUP), en un acto que ponía de relieve la coincidencia de objetivos de quienes quieren acabar con la unidad de nuestro Estado. No es por eso de extrañar que en la declaración política del BNG («Un paso adiante») que puede leerse en su web se proclame que «é necesario superar definitivamente o modelo constitucional e autonómico», se hable de «as nosas aspiracións de plena soberanía da Galiza», y se exija el «recoñecemento de Galiza como nación e, por tanto, do seu dereito de autodeterminación».

Aunque mi distancia de tales planteamientos es sideral, no seré yo quien niegue el derecho a defenderlos en esta democracia que el BNG ha despreciado tantas veces. Como tampoco negaré el derecho del BNG a decidir quienes son sus aliados y a buscarlos entre el independentismo golpista catalán (ERC y CUP) y el radicalismo vasco que sigue sin condenar los miles y miles de crímenes de ETA. Los electores juzgarán.

Lo que resulta inadmisible, sin embargo, en buena democracia es que el BNG trate de vendernos una nueva transversalidad que no es el fondo más que el ocultamiento estratégico de sus verdaderas aspiraciones para el futuro de Galicia.

Tal pretendida transversalidad la desmiente el BNG ¡rotundamente! cada vez que se reúne, como el sábado, con sus amistades peligrosas; cada vez que defiende la sedición de Cataluña, llama exiliados a los fugados de la justicia y presos políticos a los condenados en un Estado de derecho; cada vez que manifiesta que el bilingüismo gallego es una patología que debe ser eliminada mediante la inmersión lingüística, y cada vez que se reafirma en la defensa de que la única Galicia libre será la que se independice del Estado del que desde hace siglos forma parte.