Contra Pardo Bazán

José María Paz Gago CATEDRÁTICO DE LITERATURA COMPARADA DE LA UDC

OPINIÓN

C

26 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Somos un país cainita. Por cainismo o por sectarismo, en el año de su centenario se ataca con saña a una escritora, mujer, de talla universal, autora de una ingente obra literaria, ensayística y periodística portadora de valores éticos y sociales tan necesarios hoy como en su tiempo. Al igual que hizo el carlismo intransigente o el machismo recalcitrante de su época, en la nuestra la izquierda nacionalista ha orquestado una vil campaña contra su persona y su legado. Se le niega el pan y la sal e incluso se le usurpa su propio espacio de escritora: las Torres de Meirás, centro de su creación. La casa familiar de Tabernas ya la cedieron sus herederas, como sede de la RAG.

Los mantras de esta campaña son esencialmente cuatro: acusarla de aristócrata clasista, considerarla enemiga de la lengua gallega y de Rosalía, negar incluso su más audaz aportación intelectual y social, el feminismo, y, por último, despojarla de Meirás. Esta codiciosa aristócrata no reclamó el título de su padre hasta 30 años después de su muerte, para transmitirlo a su hijo Jaime. Su título de condesa lo ganó a pulso pues le fue otorgado exclusivamente por sus méritos literarios. Doña Emilia consideraba la gallega como una literatura regional y el gallego como un dialecto, es decir, exactamente lo que eran entonces. El gallego difícilmente podía ser considerado idioma hasta 1906 en que se crea la Real Academia Gallega, con ella como presidenta de honor. Nunca tuvo mala relación con Rosalía a cuya poesía dedicó el primer estudio crítico serio y a quien ayudó económicamente. En el monográfico dedicado a la escritora, la revista Luzes decía en su editorial: verbo do feminismo. Non se definiu como tal, mesmo rexeitou esa identidade. Sin duda los editorialistas no han leído sus ensayos y artículos feministas como el publicado en La Ilustración Artística el 29 de mayo de 1899 en el que Pardo Bazán se alineaba explícitamente con el feminismo radical francés.

Una ensayista se preocupa por menospreciar a doña Emilia frente a su enemigo Clarín quien habría sabido dar voz propia a un personaje femenino, Ana Ozores. Aquí no importa que se trate de la Regenta de Vetusta, clase dominante, si es para minusvalorar a quien sí dio voz a una modesta obrera, la Tribuna, y a las cigarreras de Marineda. El pasado día 30 se reabrían al público los jardines de Meirás que, por decisión gubernativa, eran tomados triunfalmente por los colectivos memorialistas. Ni una alusión a la dueña: Emilia Pardo Bazán. Si la dictadura franquista usurpó su residencia, las organizaciones antifranquistas la recuperan para ellas, en un alarde revanchista. La historia se repite y doña Emilia sigue sufriendo el menosprecio, el ninguneo, la incomprensión y el despojo.