Pensiones: Verdades incómodas

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar ECONOMISTA Y POLITÓLOGO, AUTOR DE FRATERNIDAD EUROPEA

OPINIÓN

Sandra Alonso

30 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cuánto tiempo desea vivir usted? Lo pregunto porque en función de eso puede interesarle o no esta reflexión sobre las pensiones. Si espera vivir menos de 10 años no siga. ¿Tiene usted hijos? Si los tiene, le será útil proseguir.

¿Quién le representa en las negociaciones sobre las pensiones? ¿La subsidiada CEOE? ¿Los subsidiados sindicatos? ¿El ministro Escrivá, que decía negro mientras presidía la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) y ahora dice blanco? A todo esto, la AIReF fue creada por mandato de la Unión Europea tras la crisis que le estalló al presidente Zapatero y que empeoró su equipo. Se ve que el cargo transmuta. Aunque, en particular, ¿quién representa a los más perjudicados, a los niños y jóvenes? Pobres paganos.

No hay visión estratégica, porque las elecciones son cada poco y el objetivo del prócer es subsistir. Además, el ciudadano común tiene memoria de pez. Y el prócer come aparte: puertas giratorias en Red Eléctrica, Enagas,... pensiones del Parlamento Europeo u otro organismo internacional, donde se ha colocado tras navajazos a los colegas y camaradas del alma. La nueva aristocracia y sus nuevos fijosdalgo.

La única estrategia es la del «fino loncheado»: pagar un poco más y cobrar un poco menos. Pagar más, con pequeñas subidas o durante más tiempo. Cobrar menos, porque empiezas a cobrar más viejo. Mientras, subimos los impuestos al trabajo -cotizaciones-, lo que unido a la pésima estructura económica española -40 años llevamos así, más los arrastrados de los nefastos regímenes del XIX y gran parte del XX-, dan como resultado que seamos siempre líderes del paro y del empleo precario en occidente.

Dentro de esta desgracia solo nos queda la seriedad de la Comisión Europea, que nos canta las verdades del barquero en informes públicos que nadie lee. Especialmente desde comienzos de este siglo, la Comisión se ha cansado de advertir que íbamos no por mal camino, sino por el peor. Pero, ¿qué más da? Estos lelos -piensa el prócer- no se enteran.

¿Hay soluciones? Las hay. Podríamos adaptarnos al modelo danés, basado en el impuesto sobre la renta, y reducir las cotizaciones que penalizan el trabajo, ganando tiempo para recaudar más mientras labramos mayor riqueza gracias a una mayor productividad. Ay, pero esto precisa no seguir siendo campeones del abandono escolar y mejorar los resultados educativos, centrándonos en las titulaciones sobre las que pivotan las nuevas industrias. Ahora, pasemos al circo sin pan: el prusés, el furbo, supervivientes,…