«En Osuna y Orihuela todo cuela»

OPINIÓN

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19 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En España, a partir del siglo XVI, superado el trámite de fundación de las primeras universidades, empezaron a proliferar otras menores -Osuna, Orihuela, Osma, Tortosa, Toledo, Oñate, Ávila, Irache, Almagro, Baeza, Gandía, Sigüenza, Solsona- que, carentes de patrimonio, y mal financiadas por sus promotores, acabaron convertidas en expendedoras de títulos de nulo valor e imposible control. La consecuencia fue una enorme peregrinación de estudiantes que, rechazados por los centros más prestigiosos, iban de pueblo en pueblo a la pillota de licenciaturas y doctorados totalmente devaluados -¿me oyes, ministro Castell?-, hasta que la reforma universitaria del ministro Caballero (1807) suprimió la mayoría de los centros existentes y generó la planta universitaria que, con ligeras mutaciones, se mantuvo hasta Villar Palasí (1968-1973). Y fue en aquel ambiente cuando surgió el dicho socarrón -que aún podría regresar- destinado a la escoria estudiantil: «¡En Osuna y Orihuela todo cuela!».

Recordé esta historia, ya olvidada, el pasado jueves, al comprobar que el plan de reformas e inversiones de España había obtenido una «valoración positiva» de la UE, dejando la puerta abierta a la inminente recepción de 9.000 millones de euros, en créditos blandos, que anunció Ursula von der Leyen. El mérito de nuestro plan consiste en haber copiado, sin faltas de ortografía, los epígrafes del programa establecido por la UE, ya que en Bruselas no le prestaron la más mínima atención a la concreción de las propuestas, a la fiabilidad de los compromisos, y a los cambios estructurales exigidos, que, en el caso de las reformas fiscales, laborales y de las pensiones, son inicialmente aceptados, a pesar de no estar pactados aquí ni explicados allá.

Conste que esta solución, lejos de rechazarla, me parece excelente, ya que la actual UE carece de autoridad moral para controlar en serio su propio plan, que quedaría directamente muerto si cualquiera de los 27 Estados europeos, cabreado por un suspenso o la pérdida de una beca, bloquease a los sabios de Von der Leyen, sin que para eso importe que la faena venga de Malta, Hungría o Alemania. Por eso entiendo que hayan simulado una sesuda inspección, para que nadie pueda decir que reparten dinero a espuertas de forma irresponsable. Lo que me parece indecente es que no nos hayan avisado de que, detrás de este trampantojo de rigor que han montado, solo opera el macanudo principio de que «En Osuna y Orihuela todo cuela», al que España puso fin -o casi- en 1807.

Y créanme, por favor, que no voy de puritano. Porque lo único que me molesta es que, para simular el buen gobierno que no tenemos, nos veamos obligados a esperar hasta agosto por estos sacos de pasta gansa que en España no habíamos visto desde que se agotaron las minas del Potosí. Porque, si hubiésemos empezado por aceptar que «En Osuna y Orihuela todo cuela», podríamos tenerlos aquí, pulidos con la lija populista, desde agosto del año pasado. De eso me quejo, nada más.