Por encima de la ley, salvo la de Murphy

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Enric Fontcuberta | Efe

22 may 2021 . Actualizado a las 10:55 h.

Pere Aragonés, buen apellido para liderar la independencia de Cataluña, ya es presidente de la Generalitat. Felicidades, que ya tiene el título de Honorable y eso es la aspiración de cualquier catalán, y mucho más de cualquier catalán nacionalista, ahora independentista. Es un triunfo suyo y de Esquerra Republicana, que vuelve a tener el mando de esa comunidad por primera vez desde la República. No felicito, en cambio, a Cataluña ni al conjunto de España, porque la necesidad de presidir le obligó a un cambio estratégico trascendente. Hasta ahora, el líder de su partido, Oriol Junqueras, tenía una hoja de ruta pragmática, que consistía en plantear la creación de un Estado nuevo y soberano a partir de una mayoría clara, sostenida en el tiempo y, por tanto, indiscutible. Eso es, cuando menos, impecablemente democrático, pero ha sido cambiado por imposición de sus socios, la CUP y el partido de Puigdemont. Del pragmatismo se pasó a lo dicho en la sesión de investidura: «La presento, dijo, para culminar la independencia».

Lo intentará en la mesa de diálogo, que también el ministro Iceta dijo que se convocará inmediatamente después de constituido el Gobierno. Intentará que de dicha mesa salga un referendo de autodeterminación pactado. Como Salvador Illa le dijo que todo eso era mentira y que «no habrá independencia, ni autodeterminación, ni amnistía», habrá que esperar al plan B que tienen Aragonés y compañía: la presión, «forzar», dijo él, por medio de la desobediencia. Es decir, que está dispuesto a volver al apretéu de Quim Torra, con la garantía de que la CUP movilizará a sus cachorros para apretar debidamente.

Es decir, que, salvo que Pedro Sánchez tenga una fórmula mágica para encauzar el conflicto, volvemos a donde estuvimos en el 2017. Como gesto de altura, la presidenta del Parlament no acudirá a la Zarzuela a comunicar el nombramiento porque ya se sabe que los indepes están por encima de la monarquía. Y los indepes -los demás no- también están por encima de la ley. Esta es la munición ideológica, que Aragonés hereda de Torra: «La voluntad popular no puede estar limitada por las leyes; nuestro límite es la voluntad popular». ¡Al diablo la legalidad del Estado opresor! ¡Al diablo la Constitución! Supongo que cuando la voluntad popular demande que se eliminen los impuestos, el nuevo Gobierno catalán se apresurará a eliminarlos. La coherencia es la coherencia.

Así comienza el señor Aragonés su reinado. Tiene pinta de ser fastuoso. Entre él, que dice que viene a lo que viene, y la presidenta del Parlamento, que dijo en su discurso de toma de posesión que venía a enfrentarse al Estado, confrontación es la palabra. Nada nuevo bajo el sol. Incluso se puede aplicar la ley de Murphy, aunque como ley también quede por debajo de la voluntad popular: si algo malo puede ocurrir, ocurrirá. No hay más que verlo.