De Madrid al cielo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

FERNANDO VILLAR

30 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hemos visto ya suficientes elecciones en España con resultados inesperados como para saber que quien se considere ganador porque así lo digan los sondeos puede llevarse una sorpresa mayúscula el día de las elecciones. Quedan cuatro días para que se abran las urnas en Madrid. Y en una campaña tan extraña como esta, eso es una eternidad. Pero esa certeza de la incerteza no impide que podamos hacer ya algunos análisis sobre lo visto hasta ahora.

La campaña electoral del PSOE en Madrid se estudiará en los manuales políticos del futuro como un compendio de todo aquello que no se debe hacer jamás en una carrera hacia las urnas. Elegir a un candidato que no transmite ni lidera. Ningunearlo. Forzarlo a decir lo que no piensa. Cambiar de discurso cada día. Dejarse arrastrar por la estrategia de un partido más pequeño de tu mismo espectro ideológico. Jugar a crispar. Denigrar internacionalmente a la comunidad a la que pides sus votos. Utilizar políticamente las amenazas y magnificarlas, aún a riesgo de sembrar la alarma y difundir la idea de la inseguridad absoluta del servicio de correos y de los escáneres que todos pasamos a diario para entrar en cualquier lugar público.

Al PP, la mejor campaña se la ha hecho en estas elecciones el PSOE. Y no solo en Madrid, sino en toda España. Sánchez le ha facilitado el trabajo a Casado fulminando a Ciudadanos. Le bastó para ello enredar al partido de Arrimadas en una moción de censura en Murcia, tan loca como mal planteada, que ha dejado en la lona a un partido que era el principal quebradero de cabeza para el PP. Gracias a Sánchez, Cs es ya un cadáver político de cuyos restos solo come la derecha, sin que al PSOE le quede de ellos ni la raspa.

Sánchez ha convertido a Isabel Díaz Ayuso, una política absolutamente desconocida hace dos años, en una lideresa imbatible, situando a una presidenta de comunidad que gobernaba en minoría como la líder de la oposición, con el presidente del Gobierno agigantando su figura al confrontar con ella cada día. Y con su maniobra insensata iniciada en Murcia y culminada en Madrid dejándose arrastrar por las urgencias de Podemos, el PSOE ha abierto una expectativa hasta hace poco impensable. La de que el PP pueda ir de Madrid a ese cielo que Iglesias quería tomar por asalto, mientras el PSOE pierde fuelle ante la amalgama que forman Unidas Podemos, Más País, Compromís, el batallón de independentistas catalanes y vascos, nacionalistas de todo pelaje, localistas de Teruel y los que vendrán de Cuenca o Guadalajara. Un Frankenstein que estaría ya más controlado por el monstruo, con perdón, que por el doctor Frankenstein.

El golpe final de esa errática campaña electoral del PSOE podría ser, si no hay sorpresa el 4M, el haber dado al PP la oportunidad de demostrar durante dos años que puede gobernar en Madrid con apoyo de Vox, como hace en Andalucía junto a Cs, sin que eso implique que en España volvamos al 36. Un mensaje que, bien administrado, puede llevar a un triunfo de la derecha en las generales.