De Senectute

Doktor Pseudonimus

OPINIÓN

20 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia me tiene confinado. El mundo se ha vuelto más quieto y aburrido, pero el tiempo sigue transcurriendo. Hoy, inexorable, el calendario me ha añadido un año a los noventa. Para celebrarlo me animo a releer «De senectute». Lo escribió Cicerón a los sesenta años. Pero de antemano necesito reconocer una deuda. La contraída con Federico Fermín de Juan y con su trabajo titulado «Cicerón, consultor sobre la vejez».

Cicerón tenía sesenta años. Dedica su libro a su amigo Pomponio Ático. Lo hace para demostrarle que la vejez no es algo temible. Para eso se vale de una conversación entre Catón, un anciano senador, y dos jóvenes Escipión y Lelio. Cicerón pregunta: ¿no dejaremos a la vejez fuerzas para instruir a los jóvenes? Y se ampara en el ejemplo de Platón: «Una vejez apacible como la de Platón que se murió escribiendo a los ochenta años», y continúa: «No se administran los asuntos graves con la fuerza del cuerpo sino con autoridad y consejo: prendas que no se pierden en la vejez, sino que suelen aumentarse». Como era inevitable sale el tema de la falta de la memoria. Ahí Cicerón es absolutamente moderno. Dice textualmente: «¿Disminuye la memoria? Bien lo veo si no la ejercitas. Y dura el ingenio en los mayores lo que dura el cuidado. Sófocles componía comedias aunque era de mucha edad».

Y Marco Julio se permite unos consejos de sorprendente actualidad. «No goza la vejez de mesas ostentosas ni exceso de bebidas. Y si se acompaña algún recuerdo de las letras ¡que vejez más gustosa y descansada! Así a Cayo Galo ¡cuantas veces le sorprendió la luz del día habiendo comenzado a escribir al iniciarse la noche!».

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