El auto retorcido del TSJC

OPINIÓN

David Zorrakino

25 ene 2021 . Actualizado a las 08:52 h.

Al contrario de Dios, que escribe derecho con renglones torcidos, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) redacta autos torcidos con líneas rectas. Porque la anulación del decreto que aplazaba las elecciones de Cataluña coincide en todo con la literalidad de la Ley, pero genera una injusticia, mal fundamentada, que tiene efectos perniciosos sobre todo lo que intenta defender.

Para decir que el TSJC escribe con líneas rectas, tengo tres motivos de peso: a) que el aplazamiento de unas elecciones convocadas no tiene sustento expreso en ninguna ley; b) que su auto responde a varias denuncias que hacen inevitable que el tribunal se pronuncie; y c) que la literatura politológica sobre la materia, que es abundante, siempre advirtió de los riesgos que corren los sistemas democráticos cada vez que -con razón o sin ella- abren la espita del aplazamiento electoral. Y, para decir que las líneas rectas disimulan un contenido torcido, también tengo cuatro razones. La primera -potenciadora de todas las demás-, que se han ignorado los precedentes de Galicia y Euskadi, en cuyas elecciones concurrían idénticos motivos, procedimientos y marco legal, y que la tutela judicial de un asunto tan serio no debe quedar al albur de que alguien recurra o no recurra el aplazamiento.

La segunda, que, al añadir a los motivos de su decisión el mantenimiento de la normalidad, el TSJC invoca un principio abstracto que no puede ser objetivamente evaluado -porque lo normal en Cataluña es cachondearse de la Constitución, la ley y los comportamientos cívicos, y no que la Justicia sea diligente en la defensa de la legalidad_, por lo que no compete a los tribunales ni la apreciación ni la defensa de una predeterminada normalidad democrática. Y la tercera, que se reconoce de hecho la excepcionalidad de Cataluña y la politización de sus poderes e instituciones, al aplicarle la ley de un modo distinto al del resto del territorio nacional, y al reconocer que persigue un objetivo político a través de un auto cuya naturaleza debería limitarse al control de la legalidad.

La cuarta es que el mismo tribunal al que le colaron las leyes de desconexión, creación de estructuras de Estado y organización del referendo, y que no ve malversación ni prevaricación en la financiación e impulso institucional del secesionismo, siempre se presenta con el paso cambiado en las trapalladas irrelevantes, al inhabilitar a Torra -por boca de ganso- por colgar un trapo en el balcón, o mantener unas elecciones -muy deseadas por el PSC- que, dados los precedentes, y el criterio de homogeneidad institucional, podrían aplazarse. Por eso dicen los independentistas, y los no independentistas, que la Justicia en Cataluña ha sido irregular, remolona y cobarde, sin estar nunca a la altura de lo exigido. Y así se explica que los secesionistas, aunque se muestren disgustados, estén frotándose las manos y riéndose a carcajadas. Porque ya tienen culpable del colapso de las uci en marzo, y matraca para años. Y de eso viven.