Cada minuto sin vacunar se paga con vidas humanas

Javier Martínez Pérez-Mendaña, Vocal de la Comisión Deontológica y de Ética del Colegio Médico de A Coruña EN LÍNEA

OPINIÓN

MASSIMO PERCOSSI

09 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada día son más alarmantes los datos de la elevadísima mortalidad, sufrimiento social y devastadora crisis económica, provocadas por la pandemia del covid-19. El 6 de enero hubo en el mundo 781.000 casos, 96.000 más que un día antes y 14.600 muertos; el día 5 se detectaron en España 23.700 casos, 9.600 más que una semana atrás, y 353 muertos, 33 más que el día 4.

Las vacunas que por fin han llegado ha sido la noticia más esperada porque solo con ellas podremos vencer la pandemia, de lo que se desprende que la campaña de vacunación deberá realizarse con exquisito rigor y la máxima diligencia.

Hasta el día 5 se administraron en España 139.400 vacunas. Por porcentaje de población las comunidades autónomas que más han vacunado han sido Asturias, Canarias, Ceuta y Galicia y las que menos Cantabria, Madrid, Murcia y Baleares.

Los epidemiólogos saben y los ciudadanos en general han aprendido que cada persona que se contagia se convierte en posible transmisor de la enfermedad, incrementándose de forma incesante el número de transmisores asintomáticos, enfermos con síntomas, sobrecarga del sistema sanitario y número de muertes.

«En la pandemia de gripe de 1918, en la que no dispusieron de vacunas para prevenirla ni de antibióticos para tratar la sobreinfección por neumonía, murieron más de 50.000.000 de habitantes de todo el planeta, cesando la misma una vez que se consiguió la inmunidad de grupo que se produce cuando se ha inmunizado entre el 65 y el 70 por ciento de la población («Por qué las vacunas». https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2020/12/14/vacunas/0003_202012G14P12994.htm). Solo las vacunas nos pueden salvar porque inducen inmunidad en el 90-95 por ciento de los vacunados. El vacunado contribuye -junto a las personas que han enfermado- a alcanzar la tan ansiada inmunidad de grupo con lo que se pondría fin a la pandemia por lo que debemos considerar la vacunación un deber ético.

Es imperioso por lo tanto que los políticos y las autoridades sanitarias organicen la campaña de vacunación teniendo en cuenta que en la actual emergencia resulta imperioso vacunar a la población diana en el menor plazo de tiempo posible, lo que redundaría paulatinamente en la disminución del número de transmisores, ingresos hospitalarios y número de muertos.

Los responsables de la organización de la campaña saben que esta tarea no es fácil, que los recursos son limitados y que el tiempo apremia. Partiendo de la base de que se dispondrá de vacunas suficientes en tiempo real, deberá de tenerse en cuenta que ni vacaciones, ni sábados, ni domingos ni cualquier otro festivo deberán ser motivo para no vacunar. Los sanitarios en activo, médicos, personal de enfermería y auxiliares sanitarios de todo tipo, ya han dado todo lo que humanamente se puede dar: enfermaron por causa del covid 30.660, precisaron hospitalización 3.275; 249 ingresaron en UCI y 35 murieron, según el Instituto de Salud Carlos III.

La situación de la pandemia es de tal gravedad que la campaña de vacunación deberá realizarse en el menor tiempo posible. No debe ser excusa suspender la vacunación los sábados, domingos, festivos u otros motivos evitables como puede ser el impedimento puntual de los profesionales.

Médicos y personal de enfermería jubilados en óptimo estado de salud pueden cumplir una tarea extraordinaria apoyando a médicos y enfermeras en activo que se han dejado la piel en la asistencia a los enfermos causados por el covid-19. Propongo sea considerada esta propuesta por el Servicio Gallego de Salud y por los colegios médicos.