Devolvednos a nuestros ancianos

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Jesús Hellín

03 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que nos deja el año que quedó atrás es un sentimiento de perplejidad y extenuación, que puso en evidencia la desnudez de una sociedad en la que vivíamos atolondrados. La pandemia frenó en seco la vida y nos dejó de un día para otro sentados en una silla y mirando a la pared. Eso se llama tiempo para pensar. Y una de las cosas que a uno se le fueron ocurriendo -mientras las televisiones arrojaban las cifras de muertos en las residencias de ancianos, para felicidad de las arcas del tesoro que, veían cómo se iban reduciendo sus pagos en pensiones-, fue que durante largos años habíamos ido expulsando a los ancianos de nuestra sociedad, mandándolos al monte, traspasándolos al sector agropecuario. A mediados del pasado siglo los bancos y las aseguradoras se hicieron con el dinero de los ciudadanos, y con ese mismo dinero nos echaron del centro de nuestras ciudades comprando los más grandes y mejores inmuebles. Hoy, tras largos años de fusiones y quiebras, cuando los bancos ya no tienen personal y uno se hace sus transferencias desde casa, esos edificios han quedado vacíos. La palabra anciano se pronuncia siempre en tercera persona. Puede fácilmente ser sustituida por chino o astronauta, nunca somos nosotros. Pero sí, e igual que no se nos ocurre prescindir de nuestros hijos ni de nuestros perros, me parece que la Administración y sus urbanistas deberían tomar cartas en el asunto y, como una suerte de flautista de Hamelín, devolver a los ancianos a los centros de las ciudades.