Adiós verbenas

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

24 may 2020 . Actualizado a las 11:04 h.

O quizá hasta luego, estaremos aguardando que de nuevo los foguetes anuncien que ya han llegado los tráiler de la orquesta al campo da festa, donde cada año se celebraban 2.400 verbenas en 313 ayuntamientos de Galicia entre el 15 de junio y el 15 de septiembre. El coronavirus silenció la fiesta, expulsó las orquestas, prohibió la alegría. Las casi trescientas agrupaciones musicales que recorren los veranos gallegos no podrán escucharse, desde que eliminaron del calendario los meses de julio y agosto.

La verbena gallega se había recuperado en esta última década, pasó de ser un entretenimiento para nostálgicos del pasodoble cañí, que tenía en el célebre Puenteareas el eje bailable de varias generaciones, a convertirse en un complejo fenómeno popular que convoca a miles de personas seguidoras de las macro producciones de shows circenses/pirotécnicos/musicales que, como las orquestas París de Noia o la Panorama, se han erigido en sus ídolos fiesteros del verano.

Tener grabado en el disco duro de todo un país la música de ida y vuelta que la emigración trajo a Galicia posibilitó que la cumbia, el merengue, las rancheras y las bachatas suenen prácticamente a música autóctona, han sido las melodías que sucedieron a los últimos acordes de la muiñeira. Sonidos de ultramar que han regresado a la Galicia bailable de nuestras añoradas verbenas, donde recientemente está triunfando esa pseudo música infame y chabacana del reguetón.

Que estos próximos meses no haya verbenas en las fiestas patronales de pueblos y ciudades, que no se festeje el día del patrón en nuestras aldeas supone un importante descalabro económico para quienes viven del mundo de la fiesta, artistas, músicos, montadores, transportistas, la gente de la feria con sus caballitos sembrando el alborozo infantil, los coches de choque, el tren de la bruja o la noria, la tómbola y el salón de tiro, hasta el botiquín o chiringuito de la sesión vermú, la pulpeira y los churreros, las rosquilleiras.

Es un tiro en el centro de la diana del necesario esparcimiento popular. Han herido de muerte nuestras fiestas, han condenado la alegría.

Volverán, será solo un paréntesis que ha puesto una sordina colectiva a Los Satélites, la Olympus, Cinema, La Oca o Nueva York. No estarán los crooners populares, los vocalistas, los cantantes admirados, no estará Fátima Pego, ni Lito, ni el sénior Sito Sedes, ni Piñón.

Adiós verbena, o quizá, y estoy seguro, mejor un hasta luego.