El pico y la meseta

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

Borja Puig de la Bellacasa

06 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Según fuentes oficiales, los datos parecen apuntar a que vamos superando el pico de crecimiento del brote del coronavirus en España. Lo malo es que esto no quiere decir que haya llegado a su final, sino solo a su estancamiento en algunas partes, y que nos disponemos a avanzar durante un tiempo por una meseta, con un número de bajas más o menos estable. Después de esta travesía, estaríamos ante la expectativa verdaderamente favorable de alcanzar una desaceleración exitosa y tal vez concluyente. Es la versión oficial, inspirada en lo que se vio en China y en Italia, donde la «fase meseta» (mala) duró entre 10 y 15 días, con un número de fallecidos estable.

Si estas expectativas se cumplen entre nosotros, la esperanza podría renacer con fuerza. Pero, si no ocurre así, los asustadores y los augures de desastres sembrarán toda clase de miedos o temores. Y, entre tanto, seguiremos oyendo las voces en disputa de los visionarios de un mundo nuevo y de los agoreros de otro viejo y difícil de recuperar.

En España, el presidente Sánchez no ha parado de darle vueltas al problema, con la esperanza de vislumbrar una salida airosa que acredite sus políticas (es decir, sus medidas, sus soluciones), fortalezca su liderazgo y acredite la unidad de su Gobierno. Es un propósito legítimo y loable. Pero las fichas no encajan, sobre todo porque una de las partes no está por la labor (o, si lo está, no lo parece). Es la visión del horizonte la que no coincide. Pedro Sánchez quiere algo así como el liderazgo que tuvo Felipe González, pero el número de diputados de que dispone no le permite asomarse a ese sueño.

Personalmente creo que Sánchez ganaría mucho si, en vez de querer liderarlo todo personalmente, lo hiciese con un equipo de talento suficiente para encajar los desajustes y las faltas de entendimiento. Los problemas que se avecinan no son fáciles de atajar ni de solucionar y, para hacerlo, será precisa una unidad de acción leal y bien organizada. Porque, insisto, los problemas que se avecinan, en unos tiempos de flojera unitaria en Europa, requieren de planteamientos que sirvan para ganarse el respeto y los apoyos de los países miembros de la Unión Europea y de otras naciones del mundo.