Misterio en «La isla»

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Para los gordos. Para los flacos. Para los altos. Para los bajos. Para los que ríen. Para los optimistas. Para los pesimistas. Igual que el viejo anuncio de Coca Cola, Netflix aspira a convertirse en una televisión para todos. También para aquellos que prefieren los realities. Por mucho que la plataforma se haya convertido en el gran motor de las panzadas de series, parece que ha llegado el momento de abrir el objetivo y derribar la idea de que la telerrealidad está reservada para la televisión tradicional. En su catálogo está ya The Circle, que se presenta como un «experimento social». Ofrece desde hace unos días Next in Fashion, donde varios diseñadores compiten entre sí en un taller de costura. Y próximamente pondrá en marcha el concurso de talentos español ¡A cantar!, al que varios participantes irán a eso, a cantar. No parecen ideas innovadoras, pero tampoco era nada nuevo La isla de las tentaciones y ahí está, arrasando en audiencias para asombro de quienes lo siguen y de quienes no.

El programa no solo parece haber descubierto algo que el público necesitaba con urgencia, sino que ha demostrado que los realities pueden vivir sin la chispa del directo, o sea, fuera de la programación convencional. Un buen trabajo de edición y montaje puede maquillar con brocha gorda el enredo más vulgar, donde el espectador no sabe qué es verdad ni qué es mentira ni tampoco le importa.