Invísteme despacio, que tengo prisa

Pedro Armas
Pedro Armas TRIBUNA

OPINIÓN

Eduardo Parra - Europa Press

30 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Por qué Sánchez tiene prisa para su investidura? A falta de luz y taquígrafos en las negociaciones y de respuestas a periodistas», se deduce que tiene prisa por motivos políticos y personales. Sánchez ha basado su éxito en actuar con urgencia. Con prisa y sin pausa ganó las primarias, la moción de censura (toda moción se gana con urgencia o no se gana) y dos elecciones generales. Hace tres años nadie habría apostado por él para liderar el partido y el país. Con golpes de efecto ha pasado de becario a presidente en precario. Transcurrido el período de prácticas, tras el rápido abrazo efectista con Iglesias, se ve obligado a negociar con los independentistas, lo cual no está bien visto por la mayoría de sus compañeros, ni va a ser cuestionado por esos mismos compañeros mientras perciban las prebendas del poder, aunque para ellos ERC tanto significa Esquerra Republicana de Catalunya como «enfermedad renal crónica».

Puesto que la negociación causa vergüenza ajena, conviene concluirla en estas fechas, durante las que los demás andan distraídos en cenas de empresa, banquetes familiares y otras farándulas. Ni siquiera habría problema con que los Reyes Magos trajesen regalos a los republicanos, pues ya se sabe que en momentos así las convicciones se meten en un calcetín. Sánchez no quiere perder tiempo, otros quieren ganar tiempo. Casado necesita tiempo para recolocar y remontar, Abascal para crear infraestructura orgánica en ciertos territorios, Arrimadas para reinventar el centro, Junqueras para amarrar compromisos sobre excarcelación y referendo. Sin embargo, quien también tiene prisa es Puigdemont, al que vendrían bien unas elecciones catalanas anticipadas, en las que Junqueras apareciese como aliado del Gobierno central y él como adalid de la independencia. El oportunista tiene prisa para que no se le escape la oportunidad.

En cuanto a los motivos personales, comprada la imagen Sánchez como rebelde con causa dentro del partido, sus ansias de poder son tan evidentes como lícitas y sus vaivenes ideológicos tan obvios como inexplicables. Los beneficios económicos reportados en su paso por la presidencia son conocidos. El sueldo no es excesivo para las responsabilidades. Esté el tiempo que esté y cotice lo que cotice, en cuanto deje de ser presidente tendrá por ley un salario vitalicio de unos 80.000 euros anuales, más gabinete con dos funcionarios (asistente personal y secretario), coche oficial, seguridad y dotación para gastos de oficina (RD 405/1992). Si lo prefiere, puede optar por un sillón vitalicio en el Consejo de Estado, donde su experiencia como expresidente se paga a razón de unos 100.000 euros anuales. Pero, en Navidad el dinero es lo de menos, lo que importa es la ilusión.