¡Sin palio!

Mar de Santiago LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Jesús Hellín - Europa Press

26 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es justicia, respeto y dignidad, no es venganza», suena en declaraciones y tertulias. Cierto, nunca es tarde para reparar heridas emocionales y finiquitar una de las grandes anomalías históricas: que el megalómano mausoleo a los caídos albergara el mayor vestigio de la dictadura; además de una ilegalidad perpetrada al Derecho canónico por quien quiso perpetuarse en la historia de la España «una, grande y libre». Por supuesto cualquier tiempo pasado hubiera sido mejor, porque oportunidades hubo desde hace varias legislaturas para acometer una ineludible tarea de higiene y salud democrática que por inacción, omisión o procrastinación se fue diluyendo en el tiempo. El coraje y proactividad de asociaciones y colectivos de la sociedad civil han sido artífices de esta tardía realidad, al albur de la Ley de Memoria Histórica, la recomendación de la ONU, la propia comisión de expertos y el aval de los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Y llegó el día, exhumación y expectación: salida sin palio en medio del ruido mediático, parte de la Iglesia de perfil, cruces de caminos, opiniones e ideas al aire de nuevo confrontadas; y otra vez los previsibles alardes histriónicos de los nostálgicos del franquismo que perviven en el siglo XXI. ¡Todo es posible! era una expresión al viento tras el fin biológico del Régimen en 1975. ¡Todo esto solo es posible en democracia! se podría concluir en el otoño del 2019. El franquismo sobrevivió a Franco y anidó entre sus adeptos; pero también devoró en cuerpo y alma a muchos de sus detractores fatalmente refugiados en la desmemoria: «No leer, no sufrir no escribir (…) y vivir entre las ruinas de mi inteligencia» (Gil de Biedma en De Vita Beata). Un intento de protegerse de esa materia tóxica inoculada a las generaciones del franquismo sociológico y del desencanto.

El jueves 24 de octubre del 2019 ya no será una fecha más. Será la mañana de la salida de Franco al raso, por fin a la intemperie: ¡sin palio! Porque era de justicia resignificar la democracia y dignificar a las víctimas. Por los que están, pero sobre todo por los que ya no están. Quienes dejaron sus vidas en los extramuros de los cementerios y fueron vilmente conducidos a Cuelgamuros. Porque es de justicia poner fin a la voz magnificada de unos y al silencio atroz de los otros, a la impunidad de unos y la ofensa a los otros, a los privilegios bajo palio de unos y las miserias a la intemperie de los otros. A partir de este día somos más y mejor democracia. Pero queda mucho por hacer: honras cívicas, reconocimiento y homenaje a quienes nunca lo tuvieron. Que ellos y ellas, con sus nombres y apellidos, sí se perpetúen en la historia colectiva. Están y estarán por siempre bajo el palio cívico de nuestra memoria.

Sería muy oportuno hacer pedagogía del pasado documentado y narrado con rigor; discernir entre historia, memoria y política resulta fundamental para observar con criterio el devenir del tiempo, algo que el profesor Santos Juliá supo entender y analizar en toda su complejidad. Nativo también de Ferrol (1940), el mismo año del decreto de creación del Valle de los Caídos, se ha ido en la antesala de esta histórica fecha para la democracia sobre la que tanto nos explicó y ayudó a comprender; un momento que no ha podido ver, pero que siempre supo que por justicia tenía que llegar. Incansable y reconocido historiador de gran talla intelectual, intensa labor investigadora y prolífica obra sobre la España contemporánea. Su aportación al conocimiento científico y al debate público proyectó esa luz tan necesaria para proteger de la intemperie a una sociedad en el aprendizaje vital de su democracia. DEP.