Batasuna, versión catalana 2019

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Enric Fontcuberta | efe

24 sep 2019 . Actualizado a las 08:21 h.

¡Qué feo, qué desagradable, el panorama catalán después de las detenciones de ayer! Como se informa en este diario, la Guardia Civil, después de larga investigación y con mandato judicial del juez García Castellón (Audiencia Nacional) detuvo a nueve independentistas que poseían material para cometer atentados para conmemorar el segundo aniversario del falso referendo del 1-O y para recibir la ya próxima sentencia del Tribunal Supremo. Los detenidos disponían de un listado de los lugares elegidos y pertenecerían a los CDR (Comités de Defensa de la República), que son el grupo independentista más violento.

Lamento tener que escribir esto, pero las reacciones del separatismo catalán recuerdan lejanamente las reacciones de Herri Batasuna cuando se hacían redadas de presuntos terroristas o activistas de la kale borroka en el País Vasco. Así, hemos tenido que escuchar que «la represión continúa» o que «es la única respuesta del Estado español», en expresión del señor Torra; que «se está asociando independentismo y terrorismo para crear un relato falso», en la interpretación de Esquerra, o que es «un montaje policial» y que el material intervenido es el sobrante de las fiestas del verano, según la original tesis de las CUP. Lo dicho: Herri Batasuna en versión Cataluña 2019.

Lo llamativo es la coincidencia de argumentos, como si sus autores se hubiesen puesto de acuerdo, y no es eso. Es que todos responden ya a la misma cultura: haga lo que haga la Justicia o la Policía estatal, es una estrategia represiva o perversa para presentar como violento al independentismo. Quien no coincida con esas tesis es un fascista o un vendido a los intereses del centralismo. No entra en su cabeza la existencia de la ley, ni su aplicación a quienes la incumplen, ni la posibilidad de que los detenidos puedan haber cometido algún delito. Hay que hacer de ellos víctimas, no reconocer que puedan ser delincuentes y, por lo tanto, criminalizar al Estado y a sus servidores.

De esta forma se calienta más el ambiente ante la sentencia para que la revuelta catalana, alentada por el poder autonómico, se parezca a la de Hong Kong y tenga el mismo eco internacional. Ningún dirigente independentista se para a pensar que cuando llama a la protesta y a la desobediencia siempre habrá alguien dispuesto a hacerla violenta. Ninguno se para a reflexionar que cuando su jefe de gobierno manda «apretéu» hay gentes dispuestas a apretar con material inflamable. No pretendo juzgar a los detenidos. También disfrutan de la presunción de inocencia que la Constitución que pretenden derribar les garantiza. Pero ahí tienen el resultado: de aquellos polvos de la incitación vienen estos lodos de insurrección.