Rebumbio

Pedro Armas
Pedro Armas LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

08 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La situación política actual hace recordar los juegos de antaño. Jugábamos en la calle, en cualquier plaza, pista o patio. Jugábamos en pandillas, a la billarda o a la mariola, al brilé o al tulé, a atrancar la calle o a las cuatro esquinas, al pase misí o pase misá, a ‘huevo-pico-araña’, al che o al gua. Eran juegos colectivos en los que cuando algún jugador se saltaba las normas gritábamos: «¡Juego revuelto, juego revuelto!». Llegados a ese punto, parábamos, discutíamos los motivos de la parada y, si había acuerdo, ganas, tiempo y permiso, volvíamos a jugar.

El jugador Pedro Sánchez, en la moción y en la elección, no ha quebrantado las normas pero ha jugado fuerte, ha regateado a los demás y ha ganado la partida, a pesar de que los de las otras pandillas continúen gritando: «¡Juego revuelto, juego revuelto!». No hay juego revuelto, hay rebumbio.

El rebumbio era un juego de barrio obrero. La verja bajada de la panadería o la puerta de un garaje hacían las veces de portería. Jugábamos todos contra todos con el único objetivo de furar al portero. En coruño normativo furar era perforar la portería. Un furazo era un chut potente, un cañonazo al estilo de Puskas, con el que se intentaba meter gol o, mejor todavía, atinar al portero, habitualmente seleccionado entre los que tenían menos dotes balompédicas. En definitiva, se trataba de atizar más que atinar, tumbando al sacrificado guardameta, para acto seguido celebrar más el derribo que el gol. Pedro ha tumbado a Mariano, otros intentan tumbar a Pedro. Esa podría ser la metáfora, aunque a la memoria viene más la esencia del rebumbio: todos contra todos.

El PP contra el PSOE, el PSOE contra el PP, Ciudadanos contra el PSOE, independentistas contra independentistas, mareantes centrífugos contra mareantes centrípetos. Ahora bien, ahora mal, lo de todos contra todos se complica, porque no solo hay contras sino pros y contras simultáneos. El PSOE con y contra Podemos, Podemos con y contra el PSOE, el PP con y contra Ciudadanos, Ciudadanos con y contra el PP, Ciudadanos con y contra Vox, Vox con y contra Ciudadanos.

Mientras, hacia abajo, en los partidos, en los parlamentos, en las administraciones, se genera un efecto dominó. Unos esperan cargos, otros dejan cargos, unos se sitúan, otros se resitúan, algunos abandonan. Demasiada confrontación, poca colaboración, nula construcción, difícil reconstrucción.

Cuando Borges decía que «habría que inventar un juego en el que nadie ganara» no estaba pensando en el rebumbio. En el juego de la política son contados los que juegan para ganar pero sin ánimo de ganancia.