Ataque contra dos mezquitas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

19 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Christchurch, fundada en 1850 por los miembros de una organización religiosa anglicana vinculada a la Universidad de Oxford dentro de un programa de colonización, es la tercera urbe más importante de Nueva Zelanda con una población de unos 300.000 habitantes. Esta ciudad en la isla sur del archipiélago neozelandés está acostumbrada a que la tierra tiemble bajo sus pies y que los edificios de derrumben llevándose por delante cientos de vidas, como ocurrió en el 2011, pero para lo que no estaba preparada era para un ataque terrorista como el que tuvo lugar el pasado viernes cuando un individuo tiroteó las mezquitas de Al Noor y Linwood causando la muerte de medio centenar de personas e hiriendo a otras tantas, doce de ellas de extrema gravedad. El autor, un australiano supremacista blanco, grabó y retransmitió en directo la masacre.

Tras los ataques terroristas islamistas que han tenido lugar en occidente como los de Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001, el de Madrid del 11 de marzo de 2004, el Londres del 7 de julio de 2005 o el de Niza el 18 de julio de 2016, entre otros, sorprende que no se hayan producido contraataques graves contra mezquitas u otras organizaciones islámicas. De hecho, los mayores ataques a mezquitas han tenido lugar en Egipto o Pakistán. Es probable que nuestra cultura nos haya civilizado lo suficiente como para saber que la violencia engendra más violencia y que las acciones de unos cuantos no significa que todos los musulmanes, ni mucho menos, sean asesinos. Y, por supuesto, debemos valorar el silencioso trabajo preventivo de los servicios de inteligencia. Por eso nos ha sorprendido este ataque en Christchurch. Una ciudad aparentemente tranquila y distante que, sin embargo, cuando se investiga, resulta ser una de las que tiene un mayor número de grupos de supremacistas blancos. Aguas apacibles que esconden corrientes turbulentas en su interior.