Carlitos

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

02 dic 2018 . Actualizado a las 10:16 h.

Los espectadores creían que la historia de Cuéntame y la de Carlitos discurrirían siempre de la mano, que el relato de la familia Alcántara no existiría sin su narrador. Pero el personaje y su obra han tomado caminos separados. Se fue Carlitos y dejó en el público la sensación de haber asistido a un momento histórico de la televisión, un tránsito en el que un lobo de mar con aire a Chanquete ayudó al protagonista a cruzar el océano hacia el Olimpo de los personajes más queridos de la pantalla.

Todo en el último capítulo de Carlos y Karina fue una metáfora de dobles lecturas trenzada para cerrar el círculo, rendir tributo y volver por última vez a los escenarios que no volverán a pisar. Hubo instantes para las lágrimas, como en la despedida de la abuela Herminia, pero el momento de la verdad llegó con el vídeo grabado en cinta VHS en el que Carlitos y Ricardo Gómez se convirtieron en uno. Con una misma voz, personaje y actor explicaron el por qué de este adiós, esa necesidad de abandonar un trabajo seguro para volar solo, sin la protección del clan.

Una serie como Cuéntame, que ha resistido el paso del tiempo, se enfrenta ahora al reto de reinventar su figura del narrador, si bien nada impide que la voz en off de Carlos Hipólito siga hablando desde la distancia. Si es cierto que un camino conduce siempre al origen, el de Cuéntame ha de ser aún largo para llegar a relatar el colapso de esas Torres Gemelas del plano final, que se desmoronaron 48 horas antes de la emisión de su primer episodio. Cuando llegue ese día, algún Alcántara debería estar allí para contarlo.