El cuaderno de John Muir

Javier Guitián
javier guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

14 may 2018 . Actualizado a las 07:24 h.

La editorial Volcano Libros acaba de publicar en España Cuaderno de Montaña, una selección de los textos más significativos del naturalista, explorador y escritor escocés John Muir (1838-1914). Muir fue el presidente fundador del Sierra Club, una de las organizaciones ambientales más antiguas y de mayor influencia en los Estados Unidos. Creada en 1892, el Sierra Club está considerado el germen del sistema estadounidense de parques nacionales.

En el prólogo de Cuaderno de Montaña, el biólogo Miguel Delibes señala que Muir «no fue un teórico especialmente brillante, ni tampoco el primero en defender la preservación, sino que con su escritura luminosa y vívida convenció a centenares de miles de americanos, si no más, de que merecía la pena mantener espacios naturales libres de explotación a cambio de la belleza, la paz interior y el vigor espiritual que podían obtenerse visitándolos».

En 1903, el presidente Roosevelt viajó y acampó con Muir en Yosemite, un espacio que este pretendía fuera declarado parque nacional, y ese viaje, que se conoce como «la acampada que cambió América», es considerado el comienzo de las bases de la conservación de la naturaleza, en el sentido moderno que hoy la conocemos.

Desde aquella experiencia, la presidencia de Theodore Roosevelt estuvo impregnada del espíritu conservacionista. Muir consiguió transmitir a la población los valores de la conservación y, aunque es verdad que su visión era romántica y no científica, sus artículos y libros contribuyeron de manera sustancial a difundir entre la población esa nueva religión. Hoy un sendero recorre Escocia de costa a costa (John Muir Way) y el John Muir Trail atraviesa el parque nacional de Yosemite en homenaje al naturalista. De la misma manera, no lejos de San Francisco, el monumento nacional Bosques de Muir protege el último refugio de las secuoyas costeras sin talar.

Años más tarde nace el conservacionismo en España, que aporta un importante legado que será bruscamente interrumpido por la Guerra Civil y el franquismo.

La Institución Libre de Enseñanza, a la que habían estado vinculados buena parte de los primeros naturalistas españoles, desapareció y con ella el movimiento que planteaba un nuevo entendimiento del paisaje, buscando un nexo entre el excursionismo, los valores culturales y el conocimiento de la naturaleza.

Cuando se cumple un siglo de la declaración del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, es difícil interpretar en qué medida las ideas de Muir influyeron en los primeros conservacionistas españoles, pero en todos ellos está patente la idea de que sin una relación directa con la naturaleza, sin conocerla, es difícil entenderla y, sobre todo, tratar de conservarla.

También es difícil entender cómo, con honrosas excepciones, en las últimas décadas la política de conservación pasó de manos de los naturalistas, conocedores del medio, a los burócratas, pero lo cierto es que ocurrió. Tal vez si los responsables de la conservación de la naturaleza en Galicia se fueran de cámping a O Courel o escribieran un cuaderno de montaña, las cosas cambiarían, aunque, sinceramente, no lo veo.

Al menos, me queda el consuelo de que siempre podrán leer a John Muir para entender cuál es la esencia de la conservación de la naturaleza, algo que parecen ignorar. Es difícil entender como, con honrosas excepciones, en las últimas décadas la política de conservación pasó de manos de los naturalistas, conocedores del medio en el que trabajaban, a los burócratas