Crecimiento: ¿con desarrollo o con despilfarro?

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

07 may 2018 . Actualizado a las 07:34 h.

El Nobel de economía Amartya Sen en un libro recién traducido al castellano (India en construcción, Clave Intelectual) nos recuerda que el logro del crecimiento económico no es algo importante en sí mismo, solo lo es si nos permite alcanzar objetivos sociales virtuosos. Y señala los servicios públicos sanitarios, educativos o de protección del medio ambiente como dimensiones cruciales para evaluar dichos usos.

Justo al revés de lo que en una reciente publicación del Foro Económico Mundial se concluye para España: que la actual recuperación económica de nuestro PIB no se está traduciendo en una mejora de la calidad sanitaria, ambiental, educativa o del empleo. Crecimiento económico sin desarrollo social: despilfarro.

No es casual que sea un economista y humanista indio, con una inusual formación matemática y filosófica, quién haya contribuido a completar la evaluación del crecimiento económico y la riqueza de las naciones con índices de desarrollo humano (social o inclusivo), en los que se traduce, mejor o peor, esa riqueza. En colaboración con su colega pakistaní Mahbub ul Haq. Aspectos como la desigualdad social, la población en situación de pobreza, los años de escolarización, la esperanza de vida, la cobertura sanitaria, el trabajo decente o el acceso a un medio ambiente saludable. Ponderándolos en cuidadosos promedios, previa normalización de los mismos.

Avanzando así en la distinción entre crecimiento económico y desarrollo humano. Distinción que, si a los países más ricos del mundo nos muestra que el productivismo y consumismo no son las mejores rutas para alcanzar una sociedad decente, en países de ingresos muy bajos como India (5.600 dólares frente a los 32.000 de España), requiere contar con una cobertura pública educativa y sanitaria universal.

Sen relata en este libro cómo el estado indio de Kerala, con treinta y cuatro millones de habitantes, pasó en el último medio siglo de estar entre los más pobres a ser el menos pobre de aquel inmenso país (pues India ya iguala a China con mil trescientos millones), en buena medida porque desde muy pronto se dotó de una atención sanitaria y una alfabetización universal.

Un ejemplo de hibridación virtuosa entre crecimiento y desarrollo que quisiera replicar al resto de la India. Aunque -como enfatiza en su libro- la desinformación y la invisibilidad sobre la pobreza que padecen tres cuartos de su población, auspiciadas por una minoría social privilegiada, mantengan aún hoy a la población femenina infantil de aquel país con la mitad de años de escolaridad que la media mundial. O con un esfuerzo de gasto público sanitario, sobre la riqueza nacional, que es la cuarta parte de la media mundial. Dos factores clave del desarrollo humano. Si se quiere evitar que su gigantesca población siga creciendo por encima de la media mundial, y a triple ritmo de lo que lo hace en China. Un gigantesco despilfarro catastrófico.