Tuits y nanociencia

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

15 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque no soy usuario de las redes sociales, me he enterado de que los 140 caracteres que se podían utilizar originalmente en Twitter se han duplicado; según los responsables, se trata de que los usuarios puedan explicarse mejor, aunque respetando el espíritu original del servicio. Por lo que he sabido también, en estos tuits tanto los espacios como los signos de puntuación cuentan en esa cifra global de 280 caracteres, así que tampoco parece una cifra excesiva.

Sin embargo, no tengo claro que esa sea una buena decisión aunque, supongo, los expertos lo habrán valorado; muy al contrario, tengo la impresión de que el permitir a la gente que se extienda en esos mensajes va a traer graves consecuencias. Para fijar mi posición no me refiero a las consecuencias legales, sobre las que cada caso debe valorarse individualmente, sino a aquellas que afectan a los responsables de los tuits. Me explico.

Hasta ahora la utilización de 140 caracteres no siempre nos permitía darnos cuenta de que el creador del tuit era un imbécil, salvo excepciones; podía suministrarnos indicios de su mala educación, de su incultura o de sus fobias, pero limitado por el espacio podía dejarnos con la duda. Con 280 caracteres, ahora podemos identificar con nitidez si quien escribe el mensaje es un descerebrado o un perfecto idiota.

Las cuestión viene a cuento de lo escrito por un presunto profesor de la Universidad de Barcelona, conocido independentista, que escribió semanas atrás un tuit en su cuenta contra el líder de los socialistas catalanes que rebasa los límites de la razón. El tipo este, que al parecer dirigía un instituto de Nanociencia y Nanotecnología de la citada universidad, fue inmediatamente cesado de su cargo, además de retirar el tuit y pedir disculpas. El problema es que es reincidente.

Tengo que reconocer que el llamado Jordi Hernández Borrell se hubiera descubierto con los primeros caracteres de su tuit, pero con las nuevas posibilidades del servicio nos ha dejado nítidamente claro que posee un nanocerebro. La pregunta que se plantea es si fue designado para el cargo por sus méritos, por ser un independentista o por haber experimentado las técnicas de su especialidad en su propia masa cerebral.

Cuestión aparte sería saber qué hace un señor como este, con ese verbo limpio y ágil, enseñándoles a los alumnos, pero eso debe valorarlo su universidad.

Lo que antes decía un tonto en un sofá hoy tiene repercusión planetaria por lo que un imbécil oculto pasa a ser inmediatamente conocido en todos los continentes. Los responsables de Twitter deberían valorar la posibilidad de limitar a estas personas el número de caracteres a cero; no se trata de censura ni de libertad de expresión, se trata, simplemente, de evitar la degradación moral y la reincidencia.

Según he leído la nanociencia es distinta a las otras ciencias porque aquellas propiedades que no se pueden ver a escala macroscópica adquieren importancia, como por ejemplo propiedades de mecánica cuántica y termodinámicas. Lo mismo hace Twitter, descubre las propiedades de un idiota que no vemos a escala macroscópica.