En busca del líder perdido

Pedro Armas
pedro armas EN VIVO

OPINIÓN

05 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Anda el PSOE en busca del líder perdido. Para buscar el arca perdida, George Lucas, el productor, quería un protagonista que fuese un playboy de la política, pero Steven Spielberg, el director, le convenció de que era mejor un tipo que fuese profesor y aventurero. Un profesor de arqueología, que tuviese en cuenta las reliquias, las ánforas y los jarrones chinos. Que el protagonista acabase siendo más aventurero que profesor no fue un problema para los guionistas. Que el líder acabase siendo más aventurero que profesor fue un problema para los barones.

La industria y el aparato insistían en que lo importante era el proyecto, no el protagonista o el líder. Sin embargo, Lucas y Spielberg sabían que era conveniente tener un candidato al óscar al mejor actor principal. Descartaron el apellido Smith, demasiado vulgar, y lo sustituyeron por Jones, sin duda más contundente y más comercial. Sánchez, Díaz o López no dejan de ser apellidos comunes. En tiempos de mercadotecnia y mercantilismo, quizás haya que sustituirlos por otros con más tirón mediático. El nombre propio es menos determinante; de hecho, a ellos les sirvió Indiana, que tomaron, sin pensárselo mucho, del perro de Lucas, un Alaska malamute.

En la película hicieron falta cinco borradores para ajustar el guion al protagonista. Ajustar el guion al líder es más difícil. Al líder se le exige a la vez juventud y experiencia; experiencia en la vida y en la política; en la vida parlamentaria y gubernativa; en la vida real y televisiva. Se le exige que sea un líder orgánico y un líder social. Se le exige que sea un líder democrático, que no sea autocrático, ni egocéntrico; si acaso, algo arrogante. Se le exige que forme equipo, aunque luego se rinda culto a su persona. Se le exige que tenga buena voz, y mejor en varios idiomas, pero que ceda la voz a la militancia. Se le exige coherencia y referencia, a pesar de que los referentes no predican con el ejemplo. Se le exige capacidad de gestión, y antes capacidad de reacción. Se le exige demagogia, mas no se le perdona la demagogia. Se le exige carisma, es decir, capacidad de generar entusiasmo, sin caer en la euforia.

En la película se ve que, tanto en época de faraones como de nazis, al líder se le exige capacidad de convicción mediante la oratoria. Pero los tiempos están cambiando.

Hoy la oratoria ya no es condición indispensable. Un líder puede ganar elecciones combinando, sin rubor, frases como: «España es un gran país y tiene españoles»; «España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles»; «Me gustan los catalanes porque hacen cosas»; «Es el alcalde el que quieren que sean los vecinos el alcalde»; «Una cosa es ser solidario y otra serlo a cambio de nada»; «A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, que también es tomar una decisión»; «Un vaso es un vaso y un plato es un plato»… ¡Si esto es oratoria, ora pro nobis!

En la película hay escenas inolvidables. Eso sí, como se trata de una producción extravagante y costosa, se resuelve mediante una sucesión de escenas rápidas y simples. Por ejemplo, Indiana Jones se enfrenta con su látigo a un rival con sable, pero se lo carga de un tiro. Quien vea paralelismo entre esa escena de solución fulminante y la escena del linchamiento del secretario general en el Comité Federal de octubre tiene una deformación cinéfila. Quien vea paralelismo entre la escena de las diez mil serpientes en el Pozo de las Almas y las primarias del PSOE debe saber que solo las cobras eran venenosas. Al PSOE le hace falta un líder que encuentre el Arca de la Alianza. No para evitar que lo hagan los nazis. Ni siquiera para evitar que el arca acabe en un almacén secreto de los Estados Unidos, como sucede al final de la película. Sino, para recuperar los diez mandamientos de la izquierda.