Llamazares, «ecce homo»

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

08 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Gaspar Llamazares tuitea: «Los datos del CIS me reafirman en la posición crítica sobre la coalición con Podemos», avisando de la probable desaparición de IU. Pero su libertad de expresión está siendo dinamitada ferozmente en las redes sociales en un linchamiento que recuerda épocas pasadas al amparo de unas siglas, cuyo rencor entierra la razón. Pablo Iglesias intenta suavizar su ira contra los socialistas y olvida sus descalificaciones a la IU pre 20D. ¿Acaso ahora Izquierda Unida ha modificado su ideario? O, más bien ¿se precisan miles de votos para reparar el agujero que se adivina en la red de Podemos?

Un partido democrático no se construye sobre las cenizas de su interlocutor. Convertir a estas alturas a Llamazares en un desecho político es jugar con fuego, porque el resultado de la consulta a las bases de IU confirmó un porcentaje muy pequeño de apoyo incondicional a la coalición con Podemos. Han votado los convencidos, pero el grueso de IU se ha retirado a las trincheras; no juegan a un fuego cruzado que se cobra víctimas aparcando las ideas. El millón de votos que tuvo IU no irá íntegro a la mochila de Podemos. Y lo saben. Y lo manifiestan en el ninguneo con que tratan a Alberto Garzón y a su partido. Si verdaderamente lo vieran como el político mejor valorado, iría en un lugar preferente de las listas, sus candidaturas tendrían hueco visible en todas las circunscripciones y respetarían la historia de unas siglas que necesitan, perentoriamente, para sumar electorado de izquierdas. Pero más parece que el activo forma parte de la contabilidad. No se puede olvidar que en el seno de IU está Izquierda Abierta, el partido que creó Llamazares y con el que obtuvo en Asturias el mejor resultado de toda España en el 2014, en la misma convocatoria de elecciones autonómicas y municipales que supuso la mayor caída histórica de votos de la formación.

En el prólogo de El libro rojo de Gaspar Llamazares, otro Garzón también con nombre de Rey Mago, Baltasar, lo describía como «el líder que más sintoniza con los indignados del movimiento 15M [...] porque responde a la fusión entre la vieja y la nueva política». En el 2012, Baltasar Garzón se integraba en la plataforma Convocatoria Cívica, junto a otros intelectuales y profesionales de predicamento en la izquierda española, para «unir fuerzas contra la involución democrática lo que solo puede ocurrir si todas las fuerzas políticas de ese espacio político establecen una estrategia común». Pero ya nadie se acuerda de aquello. A día de hoy, la izquierda española sigue jugando a la ruleta rusa. Ecce homo, Gaspar Llamazares, ha intentado que la bala no caiga sobre la cabeza de una izquierda desunida y convulsa, más cerrada que nunca y más necesaria que nunca también. El tiempo dirá quién suma y quién resta, aunque el tiempo puede ser, también, el peor enemigo de una alternativa cada vez más difícil a una derecha fosilizada e impertérrita ante los escándalos, que se frota las manos bajo el liderazgo perezoso de «ese señor del que usted me habla».