El primero de mayo

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

01 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El primero de mayo mantiene en la memoria de los trabajadores de todo el mundo la lucha por la jornada de ocho horas, jalonada de movilizaciones, conflictos y dramas como el que se produjo en las puertas de la fábrica McCormik de Chicago en la que mataron a ocho miembros de un piquete de huelga en mayo de 1886. Aunque resulte sorprendente esas movilizaciones se produjeron en el siglo XIX.

En Estados Unidos, las ocho horas para trabajar, ocho para dormir y ocho para el ocio, se consiguieron al fin en 1938, hace casi un siglo. En los últimos 50 años el avance tecnológico se ha acelerado como nunca en la historia de la humanidad, lo que ha generado un enorme incremento de la productividad del trabajo, que se ha destinado en parte a mejorar los salarios pero sobre todo a aumentar los excedentes empresariales.

Y nada, o casi nada, a reducir el tiempo de trabajo. En un estudio realizado por dos de mis alumnos de la Escuela de Relaciones Laborales de A Coruña sobre la reducción de la jornada como medida para la creación de empleo, aportan datos de enorme interés obtenidos en un centro de investigación holandés. Desde 1950 hasta 2013 la productividad por hora trabajada en España se ha incrementado el 920 %. Esto es, en cada hora de trabajo se produce casi 10 veces más ahora que en 1950. Este enorme incremento de la capacidad para generar riqueza se trasladó a un aumento del PIB por habitante, que creció el 616 %, multiplicando así por más de 6 veces la riqueza media por persona, una cifra que cuantifica la mejora en la vida de la gente.

Sin embargo la jornada anual apenas se redujo: las horas que trabaja cada persona apenas se han reducido el 18 %, y una parte significativa de esa reducción se debe al aumento de los contratos a tiempo parcial. Cuando se habla de que el desarrollo tecnológico destruye empleo, que el trabajo es un bien escaso, se está hablando de esto: se ha roto el proceso de reducir la jornada laboral de forma acompasada con el aumento de la productividad. La jornada de trabajo es solo un ejemplo del parón -cuando no el retroceso y el deterioro-? en las conquistas de los derechos laborales y sociales sobre los que se construyeron sociedades más justas y libres.

Un salario digno, el derecho a una pensión de jubilación, las vacaciones pagadas, la cobertura en las situaciones de enfermedad, las prestaciones por desempleo, las mejoras en la seguridad y la salud laboral, el derecho de huelga, el de sindicación y un largo etcétera son el resultado de la acción de los trabajadores en todo el mundo durante más de 150 años de sindicalismo. Derechos con los que soñaban esos trabajadores de Chicago hace 130 años, que nosotros hemos disfrutado y que ahora estamos empezando a perder. Un deterioro que empezó cuando los dimos por seguros y dejamos de luchar por ellos. Cuando el primero de mayo dejó de ser un día de lucha para ser solo un día de fiesta. Cuando en lugar de participar en las manifestaciones que en todo el mundo nos recuerdan quienes somos y de dónde venimos como trabajadores, nos vamos de puente.