Generación Alí Babá

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

16 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace más de dos meses, el editor de La Voz de Galicia, Santiago Rey Fernández?Latorre, publicó un artículo titulado A la deriva. Después de una argumentación sólida, nuestro presidente reclamaba como colofón una nueva generación de políticos. Cualquier persona con sentido común hubiese firmado lo expuesto por Santiago Rey. Sin embargo, dos meses después, el titular seguramente ya no sería el mismo. La deriva ha rematado y, sin más, naufragamos. No hablo ni de números o cifras macro, de nuestra riqueza o del canon económico como diapasón de nuestra buenaventura. Hablo, simplemente, de la consideración del servicio público como un instrumento para cubrir intereses personales, de los cargos como mercancía de poderes fácticos, de la decencia y la rectitud como vigorosos principios pisoteados por nuestra clase política. No lo digo yo, que tengo el privilegio de expresar mis opiniones o pensamientos en el cuarto periódico de España -el único de los diez primeros que crece en número de lectores en el último EGM-, sino la gente de la calle. En el desayuno y en los paseos, en las tertulias de jubilados y en las asambleas de estudiantes, en los descansos del trabajo y en la cola del paro. Aquí no se salva ni el apuntador, me dijo un amigo ayer a primera hora de la mañana, con Soria dimitido. Luego, en el café, oí lo de siempre: son todos unos ladrones. Y yo, que paso parte de mis noches entre cuentos y novelas, pensé en Alí Babá. Es un relato de Las mil y una noches. En él acaban muriendo los cuarenta ladrones, entre ellos el jefe de la banda. El protagonista, por desconocimiento o por los caprichos del lenguaje, pasó a dar nombre en la actualidad a todos los cacos que en el mundo son y han sido. Aunque Alí Babá, en realidad, solo había robado a los ladrones. Es solo un cuento.

Lo que no resulta ficción, sino realidad, es la dimisión de José Manuel Soria, ministro. Ni lo es su desvergüenza, ni su cinismo o impudicia. Porque algunos, el lunes, después de escuchar sus explicaciones, hasta lo creyeron. Después resultó ser un mentiroso deshonesto. Uno más, pero ministro. Es la gota que colma el vaso. La roca que golpea el casco del buque en deriva para quebrarlo.

No va más, señor Rajoy. Usted, aunque siempre me ha parecido hombre honrado -y lo he escrito muchas veces-, ha capitaneado esta generación de tramposos y mangantes y sablistas y pijos insensibles a las necesidades de la gente. Usted ha proclamado, en público, que quería a delincuentes y rateros. Usted le ha pedido fortaleza a un miserable. Usted encabeza, muy a su pesar, a las actuales clases dirigentes de España: la generación Alí Babá. Este país donde acaban en el juzgado hasta esos que se dan en llamar Manos Limpias, qué paradoja. Y, de ser cierto, qué despreciables rufianes.

Vuelvo al principio y al artículo de nuestro editor. Precisamos, en verdad, una nueva generación de políticos. En el PP, especialmente. Porque si Mariano Rajoy no percibe de verdad el ruido de la calle y el pueblo, que grita con toda la razón, el titular será otro: España, hundida. Fin.