«Vía V»: casi seis años y mil programas

OPINIÓN

29 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Una combinación astral entre el sentido pluralista de la información y la opinión que sostiene Santiago Rey, y la concurrencia de la modernidad y el rigor informativo que caracterizan la trayectoria profesional de Fernanda Tabarés, hicieron posible la sorprendente novedad de Vía V, el programa de información y debate que más y mejor influye a la actualidad de Galicia, y la prueba de que, en el mundo global y tecnológico en que vivimos, se puede opinar con la misma capacidad y centralidad desde los grandes platós de Madrid y desde los pequeños platós del Finisterre.

Claro que en este artículo que le dedico a Fernanda, mi directora, la única que se muestra capaz de contenerme -algo- en los momentos más vehementes de mi retórica jesuítica, no trato de ser objetivo. Porque hablo de un programa al que pertenezco, y porque mi información sobre su recepción en la sociedad solo proviene de la infinidad de comentarios y felicitaciones que me hace la gente cuando estoy presente. Pero creo sinceramente que esa preciosa implicación en modo alguno me debe impedir hablar de algunas cosas que ya forman parte de un sentir mayoritario.

La primera, que Vía V ya rompió la infundada teoría -y la muy hábil disculpa utilizada por otros medios- de que el prime time solo puede estar ocupado por programas que sacrifican rigor y seriedad a cambio de un espectáculo que, con el pretexto de abrirse a las audiencias, banaliza la opinión y la noticia. La segunda, que incluso en un contexto tan peculiar y lejano como es Galicia se puede establecer esa buena combinación entre localismo y globalidad que, a juicio de los politólogos clásicos, determina la cultura democrática. Y tercero, que es posible que tertulianos de la más diversa extracción ideológica -e incluso militantes- converjan en conclusiones orientativas sobre los difíciles momentos en los que se ha desarrollado Vía V.

Ello no obstante, más que a la casa que nos acoge y a la directora que nos modera, admiro al pequeño equipo de jovencísimos profesionales que, formados en nuestras universidades, consiguen sorprendernos con la agilidad de sus formatos, el rigor y la pedagogía de sus relatos informativos, los perfectos recordatorios en los que contextualizan la opinión, y una realización que en nada desmerece a los programas con los que competimos.

Por eso no me preocupa la subjetividad de este artículo. Porque lo que quiero, en realidad, es felicitar a los que hicieron posibles mil programas y casi seis años de información y opinión de alta calidad, a los jóvenes profesionales que demuestran que hay presente y futuro, y a los que tuvimos la suerte de ser, como analistas, la parte más fácil del conjunto. Y a todos ustedes, que nos ven y escuchan, nos comentan sus impresiones y nos convencen de que vale la pena -y es un orgullo- estar allí.