Hasta los fogones

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

10 ene 2016 . Actualizado a las 05:02 h.

En algún momento en las casas de España empezó a cortarse la cebolla en juliana. Hasta entonces, la alta cocina era francesa y el buen vino, un Burdeos de merlot que elaboraba en un chateau del Médoc una familia come il faut. Un día Ferrá Adriá deconstruyó la tortilla de patata y la revolución gastronómica entró en los fogones como un vendaval. Se esfumó el tufo rancio a aceite viejo y en la lumbre apareció un potaje que no solo han agradecido los estómagos. En los alginatos de El Bulli había algún que otro punto del PIB y una renovación de aquella autoestima confundida por décadas de sangría y croquetas recalentadas. En muchas cocinas caseras se manejan hoy los sifones y se distingue una sencilla mayonesa de una salsa ravigote con los pepinillos cortaditos en brunoise.

Hay niños que alcanzan de puntillas el mesado capaces de gelificar el zumo de una remolacha enana y que manifiestan una destreza inquietante con la mandolina; mocosas que sospechas han sido torturadas en una cocina industrial pues solo así se comprende que aborden el tataki con semejante naturalidad; hay concursos de aprendices, realities de profesionales, recetas en cinco minutos y en tres días, programas de técnicas orientales, occidentales y genitales, libros de química molecular aplicada a los garbanzos, periplos gastronómicos por mercados en los que se trafica con fetos de patos. Puede que lo próximo sea un especial sobre técnicas caníbales. Hoy estrena show televisivo Dabiz (sic) Diverxo, marido de la Pedroche.

Se promociona estos días literalmente como un dios en su última cena. Y dice: «La elaboración nos dejó exhaustos: sangre, fuego y transgresión».