Da igual a qué político se acerque. Todos están en modo alta tensión. Son como torres de electricidad que dan descarga. Solo hay que seguir sus cuentas de Twitter. No sucede solo en Cataluña. El 2016 puede llegar minado con cuatro citas electorales. Cuatro. Por favor, recorten ya las campañas a una semana y obliguen por ley a debates con los candidatos o corremos el riesgo de tolear. ¿Qué le pedirá Artur Mas a los Reyes Magos? Que no exista la CUP. ¿Por qué se ha humillado de esa manera? ¿Es el poder o es el pánico al día después del poder? Las elecciones en Cataluña pueden ser a finales de febrero o primeros de marzo. Y, tras el esperpento, es muy posible que Esquerra y Convergencia vayan con sus marcas. ¿O resucitarán ese título de canción: Junts pel Si? A Esquerra es a quien más le conviene ir otra vez las urnas. Serán unos comicios en los que Esquerra y Podemos con Ada Colau saldrán como galgos ganadores. Sufrirá Convergencia, como en las generales, y sufrirá (o debería) la CUP. Aunque los antisistema recuerdan que ellos solo se niegan a Mas y que apoyarán sin más votaciones asamblearias o cualquier otro nombre. Quedan apenas días, hasta el domingo, para que el president no tenga más remedio que convocar. Y lo más triste es que toda esta obra de teatro en Cataluña no parece nada más que un entremés de lo que va a suceder en España (ya está sucediendo), donde también los intereses personales, ni siquiera de los partidos, se impondrán al interés general y acabaremos votando de nuevo en un año bucle.