Ahora no podemos parar

Myriam Garabito TRIBUNA

OPINIÓN

20 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Visitar un centro de tratamiento contra la desnutrición no deja impasible a nadie. Impactante y demoledor a la vez. Niños apagados, sin vitalidad, con la mirada perdida, no juegan, no sonríen. Algunos, incluso, llegan a perder el apetito, el más básico instinto de supervivencia.

A pesar de los avances, la desnutrición infantil sigue siendo una de las principales amenazas para la supervivencia, la salud y el crecimiento de millones de niños, así como para el progreso de sus países.

En el mundo, 161 millones de niños menores de 5 años sufren desnutrición crónica, 51 millones de niños sufren desnutrición aguda moderada y 17 millones desnutrición aguda grave. Aproximadamente dos tercios de los niños con desnutrición crónica, aguda y moderada viven en Asia y casi un tercio en África. Este tipo de desnutrición afecta a los hogares más pobres, siendo un indicador clave de pobreza y desigualdad que impide el pleno desarrollo de los niños y sus países.

La desnutrición está detrás de la mitad de las muertes de menores de 5 años que se producen en el mundo, casi 3 millones al año, 8.000 cada día.

Los efectos de la desnutrición sobre la infancia son devastadores. Es una amenaza para la salud, la educación y es la perfecta transmisora del círculo de la pobreza. La desnutrición aumenta el riesgo de contraer enfermedades como la neumonía, el sarampión o la diarrea, debilita el sistema inmunitario de los niños y los hace más propensos a enfermedades recurrentes. Además, afecta a la educación de los niños, provoca que asistan a la escuela con menos regularidad y limita su capacidad de aprendizaje.

Pero acabar con la desnutrición y sus consecuencias sobre la vida de los niños es posible: vivimos en un momento en el que por primera vez existen recursos y conocimientos para acabar con la pobreza y el subdesarrollo. El conocimiento generado en torno a la desnutrición, sus causas y sus consecuencias ha mejorado mucho: sabemos de la importancia de actuar, qué hay que hacer, cómo hacerlo y cuánto cuesta.

El trabajo de Unicef en el ámbito de la desnutrición demuestra que hay muchas intervenciones de bajo coste y muy efectivas para poder prevenir y tratar la desnutrición infantil: promover la lactancia materna, campañas de suministro de alimento suplementario y dar tratamiento contra la desnutrición aguda grave a base de alimento terapéutico listo para usar. Con dos o tres días de este tratamiento, un niño con desnutrición aguda grave comienza a recobrar la vitalidad, y en 3 o 4 semanas puede tener lugar su recuperación total. 

Este año marca la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que por primera vez comprometen a todos los países a cumplir una serie de metas hasta el 2030. El segundo de los objetivos busca poner fin al hambre y acabar con la desnutrición, sobre todo entre los niños, los adolescentes y los lactantes.

Durante los próximos 15 años, en línea con la nueva Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tenemos que seguir trabajando para mejorar las vidas de millones de niños vulnerables. Por eso en este momento la campaña Ahora no podemos parar supone un gran punto de partida para intensificar nuestra lucha contra la desnutrición infantil y seguir logrando avances.

Es necesario mantener e incrementar los esfuerzos para asegurar que todos los niños, en todas partes, pueden desarrollarse plenamente y disfrutar de su infancia.