La caballería

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

16 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días la Maragatería no parecía la Maragatería. Emergía como una zona de maniobras de guerra. Geos, agentes de la Unidad de Subsuelo de la Policía Nacional, miembros de las Unidades de Intervención Policial, soldados de la Unidad Militar de Emergencias, integrantes de la Unidad Aérea de la Policía Nacional y de la caballería... Trescientos. Todos buscaban a Denise, la peregrina estadounidense cuyos pasos se perdieron para siempre en este tramo leonés del Camino. En esta investigación la expresión peinar el terreno casi alcanza la literalidad. Ahora saltan algunas chispas entre diferentes cuerpos de seguridad. Pero encontraron el cadáver. Y el sospechoso, que se antoja un ave de rapiña de la ruta, ha confesado.

La puesta en escena seguramente ha impresionado a los espectadores más allá del Océano Atlántico. Es como un mensaje gigantesco en cada periódico, en cada televisor: «No hacía falta llamar al FBI. España se basta con lo suyo». Un golpe en el pecho bien sonoro para reivindicarse como un Estado aplicado en la lucha contra el crimen. Sin muletas ni hermanos mayores. Aquí también hay una maquinaria implacable.

A esas otras familias españolas que todavía malviven bajo la sombra de un crimen sin resolver y a esos amigos a los que les han robado una vida cercana y que nunca tendrán a mano a un senador estadounidense les gustaría pensar que no hay diferencias entre sus casos y el de Denise. Les supondría un alivio llegar a la conclusión de que el agravio no es posible. Necesitan convencerse de que la caballería no solo se despliega ante la llamada de las barras y las estrellas. Pero se lo ponen muy difícil.