Somos una ración

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

06 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los lectores que han seguido esta columna saben bien de mi afición por las fiestas gastronómicas y por todo tipo de concentraciones estivales para ingerir productos varios. Por ello no puedo evitar el comentar la proeza realizada en la villa ourensana de O Carballiño, cuya ración de pulpo ya figuraba en el libro de los récords. Según nos muestra el periódico, la descomunal pulpada de este año se ha preparado en un plato de cinco metros y trece centímetros de diámetro, que contiene quinientos kilos del citado cefalópodo, batiendo de nuevo el récord mundial.

No es necesario ser matemático, ni calcular la superficie del plato, para saber que eso es mucho pulpo, pero sí hace falta una gran capacidad de análisis para entender nuestra devoción por todo tipo de tapas y raciones servidas en fiestas patronales y establecimientos varios. En Galicia es tal la atracción que ejercen estas concentraciones que hacemos oídos sordos al colesterol y nos vamos a la Festa da orella o castigamos nuestros adipocitos en la del Porco ao espeto. Esto tiene que tener una explicación.

Para mí que nuestras fibras de ADN están hechas de filloas y los nucleótidos han sido sustituidos por huevo, azúcar, tocino y harina; solo así se entiende nuestro amor por los callos, las sardinas y las empanadas. En nuestra tierra dejamos solos un rato a los niños y en vez de jugar en la playa aparecen haciendo una pancetada; en nuestros pueblos los alcaldes homenajean a los mayores con un cocido en el polideportivo municipal y, en el colmo de la provocación a los dietistas, atribuimos la longevidad de la abuela al tocino y al caldo. ¡Toma dieta mediterránea!

Y qué me dicen de nuestros políticos y hombres egregios. Al contrario que en otros países, donde deben carecer de intestino, les ponemos una extraña capa y los hacemos miembros de la orden de la vieira o de la cofradía del vino colgándoles al cuello una concha o una taza. ¿Se imaginan a Angela Merkel con una salchicha al cuello? Por supuesto, en todas estas fiestas el turismo juega un papel fundamental y siempre hay una pareja de Calatayud, o de Cuenca, que afirma «nos encanta el marisco, venimos todos los años a Galicia».

Obviamente, mi pueblo no se escapa de esta extraña atracción fatal. He visto auténticas peleas con arma blanca para repetir una ración de sardinas en el muelle, mientras en el vecino bar los turistas se esfuerzan en extinguir la parrochiña. Los domingos, a modo de peregrinación a La Meca, los callos generan una corriente migratoria de gentes de toda creencia y condición para degustar tan exquisito plato, por supuesto de forma gratuita. Yo creo que Juana debería montar la oenegé Callos sin Fronteras.

No lo duden, en este país puede haber discrepancias en muchas cuestiones, pero si algo tenemos claro es que «Somos una ración».