16 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Mantengo una estrecha relación con la Perla del Caribe desde hace más de una década, a través de mi colaboración con el Centro de Bioética Juan Pablo II. Esta institución fue fundada en La Habana en 1997, en el marco de la visita a Cuba del papa Juan Pablo II, con cuyo nombre fue bautizada. Su fundador y director es el médico René Zamora, todo un personaje en la isla, hombre afable, de amplia cultura y amena conversación, que vive su compromiso con la bioética al modo potteriano: como un puente...

El centro ha funcionado desde sus inicios de forma abierta a toda la sociedad cubana, basando su actuación en el rigor académico, el diálogo sincero y los derechos humanos. Esto explica su gran proyección y relevancia dentro del país.

Por consiguiente, no puedo más que alegrarme por las noticias sobre el deshielo de las relaciones de Cuba con Estados Unidos y con Europa. Raúl Castro, Obama y el papa Francisco han sabido estar a la altura de las circunstancias. Las semillas que en los últimos años se fueron sembrando con esmero y humildad no han caído en tierra infértil, bien al contrario. Se trata de un proceso histórico que todos debemos apoyar con decisión, cuyas repercusiones desbordan las fronteras cubanas. Toda América Latina se merece un futuro que, más allá de las retóricas vacías, se construya sobre los pilares de la convivencia pacífica, la democracia, la cooperación, los derechos humanos y la sostenibilidad.