Rectificar para recuperar algún voto

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

01 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las tradiciones se mantienen y casi treinta años después sigue vigente el diagnóstico de Fraga: «El Gobierno solo acierta cuando rectifica». Da igual que ese Gobierno sea socialista o conservador. Fraga se refería a Felipe González, pero también valdría para su querido Mariano Rajoy. Llegó la etapa de las rectificaciones y el Gobierno se dispone a acertar en segunda vuelta. Primero fue la política fiscal, después el aborto, más tarde las tasas judiciales y ayer mismo el anuncio de que los simpapeles volverán a tener asistencia sanitaria primaria. Como el Gobierno se distingue por su sabiduría, aplica el principio que le corresponde: rectificar es de sabios. Igual que en regímenes poco recomendables hubo el «Ministerio de la Verdad», Rajoy tendría que ir pensando en crear el «Ministerio de la Verdad Descubierta».

¿Por qué se modifican tantas normas que fueron aprobadas y defendidas por los gobernantes con pasión de padres? Porque eran erróneas y porque crearon malestar social. La subida de impuestos como primera medida de Gobierno provocó la desafección de la clase media. Las tasas judiciales desmintieron que la Justicia fuese gratuita. El proyecto de la ley del aborto que nunca fue aprobado situaba al gabinete en la zona limítrofe con la extrema derecha. Y quitar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes en situación irregular solo se podía justificar desde el punto de vista económico. Desde el punto de vista humanitario era indefendible. Y desde el ángulo operativo, inútil: los extranjeros que no disponían de tarjeta se colaban en los centros médicos por la puerta falsa de las urgencias y las colapsaron.

¿Hay ahora más recursos económicos para hacer una política más humanitaria? No. Solo hay elecciones a la vista y hay que congraciarse con el personal. El colapso de las urgencias por los inmigrantes, alegado como justificación por el presidente y el ministro de Sanidad, nunca se había mencionado. Este invierno se habló de la gripe, por ejemplo. En Galicia concretamente, cuando había fotos escandalosas de camas por los pasillos y otras muestras de bienestar, se habló de «picos» provocados por la manía de la gente de ponerse mala y con fiebre. Los inmigrantes, si estaban allí, nunca fueron vistos por la clase política, quizá porque los inmigrantes solo son visibles en la valla de Melilla o cuando mueren en la patera.

Ahora el Gobierno no quiere llegar a las elecciones con la imagen de falta de humanidad. Para que no se diga que rectifica del todo, no da tarjeta a los simpapeles, pero les da atención y medicinas. ¿Qué habría ocurrido si no se hubiera caído en esas medidas de duro administrador? Que se habría gobernado con más corazón. Y no tendrían tanto miedo a perder.