E stamos dándole vueltas y más vueltas a la madeja, nos vamos a enredar y luego lo lamentaremos. Buscamos siempre la parte más escabrosa del asunto; sin motivo y a contracorriente, y lo que acontece últimamente en este país, que tanto nos sorprende, es lo más habitual. Lo normal y lo ordinario.
Nos sorprendemos porque el fiscal que le ríe las gracias al Gobierno quiere poner en posición de firmes a sus subalternos catalanes para que hagan el trabajo que no quiso hacer quien tenía que hacerlo. Es lo que los más malvados llaman motín; pero nada de eso, es lo más natural porque ocurre todos los días en todos los países civilizados. Las interferencias en la Justicia es lo que se lleva más allá de los Pirineos.
También es lo ordinario decir una cosa y hacer la contraria. Ya debíamos de estar acostumbrados porque es lo natural. Como deberíamos de estarlo a que sus señorías viajen de aquí para allá, para ampliar conocimientos amorosos, sin dar explicaciones. Es lo normal, pero aquí la desconfianza es una costumbre muy arraigada.
No resulta fácil gobernarnos. Somos rebeldes, protestones e injustos con quienes dedican su vida a nuestro bien. Aquí no ocurre nada excepcional. Ocurre lo habitual en otros países. Como Turkmenistán o Burundi.