No es un virus. Es la desigualdad

Xosé Cuns

OPINIÓN

12 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Democracia con transparencia o desigualdad o corrupción? Esta pregunta ha sido la base de un Foro organizado por las tres plataformas gallegas de oenegés que intentan luchar contra la pobreza y exclusión en Galicia y en el resto del mundo. Una pregunta que difícilmente se puede responder envuelto en una bandera.

Afrontar la lucha contra la pobreza, la corrupción, el desempleo, o emergencias sanitarias como la del ébola, es imposible mientras no entendamos que vivimos en un mundo globalizado en donde la mayoría de las soluciones o son globales o son mera propaganda. El aumento salvaje de la desigualdad no es solo español (en apenas cinco años solo nos supera Letonia en toda la Unión Europea), sino mundial: siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad ha aumentado desde la década de 1980 y el 1% de las familias más poderosas acapara ya el 46% de la riqueza mundial.

La corrupción no es patrimonio español. En los mismos paraísos fiscales donde Jordi Pujol y otros muchos delincuentes fiscales esconden un dinero que debería estar siendo utilizado para luchar contra la pobreza, lo tienen muchos líderes africanos. Por desgracia, globalización y derechos humanos no son conceptos que vayan juntos. El dogma de «quien quiera derechos que se los pague» o la mentira del «no hay dinero para vivir por encima de nuestras posibilidades» se puede aplicar en África Occidental, donde ya han muerto más de 3.000 personas por el ébola, o en España. En ambos lugares asistimos a un desmantelamiento de las políticas sociales públicas, también en el ámbito sanitario.

Hoy toca el ébola, pero podríamos hablar de otras enfermedades de la pobreza que son un problema de salud pública mundial: neumonía, tuberculosis, malaria... etcétera. Casi la mitad de la población africana no tiene acceso a medicamentos esenciales. Solamente la malaria afecta anualmente a más de 220 millones de personas y causa la muerte de 660.000, la mayoría niños.

Sorprendentemente, allí donde se producen el 90% de muertes por enfermedades transmisibles se invierte el 10% de recursos, y donde las muertes son el 10% se invierte un 90%. No parece muy juicioso esperar a que estas enfermedades afecten a países ricos como el nuestro para luchar contra ellas, pero así se hizo con el sida, la gripe A y ahora se hará con el ébola (sí, ya es rentable hacerlo).

Recortar los presupuestos de política social o sanitaria tiene efectos negativos inmediatos en la vida de millones de personas. En una dura campaña, Oxfam Intermon nos recuerda que desde el inicio de esta crisis España ha recortado su presupuesto de cooperación al desarrollo en un 70% y nos invita a escoger a quien dejamos morir, porque esto es lo que ven todos los días en muchos países africanos. Porque la ayuda al desarrollo funciona: entre 1990 y 2011 la tasa de mortalidad de menores de cinco años ha caído un 41%, más de veinte millones de personas han salvado la vida gracias a los tratamientos contra la tuberculosis.

Médicos del Mundo también está luchando contra el ébola y contra la destrucción de los presupuestos sanitarios. En África, pero con coherencia también en España con su campaña «Nadie desechado», denunciando que al menos 873.000 personas han perdido el derecho a la asistencia sanitaria en apenas dos años.

Es posible luchar localmente contra problemas globales. Hoy tienen una prueba: el Premio Nobel de la Paz a Kailash Satyarthil y la Marcha contra la Explotación Laboral Infantil. Una marcha a la que en Galicia se unieron hace 16 años miles de niños y niñas.

Hay esperanza, contra el ébola y contra quienes consienten su éxito.

Xosé Cuns

Director EAPN Galicia

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