Sin dietas no hay paraíso

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

29 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un cronista solo debe hablar de aquello de lo que tiene información, y la información que tiene dice lo siguiente: que los diputados y diputadas del Parlamento vasco son honrados, austeros y cumplidores de sus deberes. Ello no impide que hagan sus trampas y se lleven a casa unos dinerillos no ganados, por aquello de que hay que hacer frente a los gastos de principio de curso. Y así, se las han ingeniado para cobrar dietas en vacaciones, aunque no acudan a su lugar de trabajo. Con un agravante: ese dinero no paga a las haciendas territoriales. Figura en las cuentas oficiales, pero tiene los mismos efectos fiscales que el dinero negro.

Como no tengo información de si en otros parlamentos autonómicos, como el gallego, o en el Parlamento estatal se hacen estos trucos de magia económica, solo puedo decir que espero que no; y que esto sea una nueva «excepción vasca». Con otro agravante a efectos de ejemplaridad política: PSOE y PP defienden ese cobro, como si fuese absolutamente normal que se perciban determinados ingresos por no desplazarse a trabajar. Han encontrado la forma sublime de subirse el sueldo y de convertir una dieta en salario mensual, pero sin retención. Solo denuncian tales cobranzas Bildu y UPyD, que pasan a ser los honrados y los buenos de la película.

La diferencia, pues, entre una persona normal y un diputado vasco está en ese privilegio alegal, pero consentido: una persona normal, para cobrar una dieta, tiene que justificar recorrido, causa del desplazamiento y motivación laboral. Un diputado se apropia del título de la serie televisiva y lo pone en práctica al grito de «sin dietas no hay paraíso». Puede cobrarlas en Acapulco o Hawái, que el dinero le cae del cielo como si estuviera calentando el escaño o preparando inteligentes proposiciones de ley. ¡Joder, qué tropa!, volvería a repetir hoy el conde de Romanones, al ver esta auto generosidad al tiempo que se quita la pensión a miles de prejubilados.

Los diputados vascos o cualquier otro que haga lo mismo son unos jetas. Y los partidos que quieren mantener ese sistema de retribución, protectores-fomentadores de jetas. Lo menos que podían hacer una vez que son descubiertos es pedir disculpas a la sociedad, pero se empeñan en justificar ese robo de fondos. Ni siquiera se preocupan en cambiarle el nombre, por si cuela. Y después, cuando vengan las próximas elecciones, nos sorprenderemos del crecimiento de Bildu en el País Vasco y de UPyD en el resto de España, por no citar a Podemos, que todavía no cuenta en esta historia. ¿Pues saben por qué crecen, señores Sánchez y Rajoy? Por denunciar esos cobros. Y porque, al denunciarlos, se convierten en referente moral de este país. ¡Penoso, pero real!