Sánchez le pone deberes a Merkel y Rajoy

OPINIÓN

25 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

¿Qué será Europa para Pedro Sánchez? La respuesta no es fácil, pero sí urgente. Porque si el brillante secretario general de los socialistas sabe que Europa es un espacio político que se gobierna a tenor de las mayorías, y que esas mayorías son en la actualidad conservadoras, por expresa voluntad de los ciudadanos, podríamos considerarlo una alternativa. Pero si cree, como parece, que Europa es un club, con una directiva de yupis que se escogen por sus look y simpatía, deberíamos meter a Sánchez en la misma pandilla de Hollande y Renzi, que en la primera parte de sus mandatos intentaron hacer la política a contrapelo de las mayorías, y en la segunda se aferran al contradictorio galimatías que surge de hacer discursos y demagogia al estilo gauche divine, mientras aplican medidas de ajuste y contención idénticas a las de Merkel y Rajoy.

Pedro Sánchez debería saber que los conservadores, además de haber ganado las recientes elecciones europeas, gobiernan en 19 de los 28 países de la Unión, mientras los socialistas gobiernan 6 y las coaliciones diversas, 3. Y, sabiendo eso, también debería saber que Angela Merkel está en Santiago para cerrar los acuerdos básicos que han de permitir la gobernación de Europa. Porque, aunque es cierto que en algunos de esos pactos intervienen también los socialdemócratas, no se entiende que la genialidad del PSOE consista en proponer una alternativa inviable y políticamente deslegitimada en el mismo momento en que los efectos de la política conservadora empiezan a cuajar.

Los socialistas tienen pleno derecho a discrepar de las políticas actuales y a presentarse a las elecciones con modelos alternativos importados de Jauja. Pero pone los pelos de punta que un profesor como Sánchez, que aspira a gobernar en España y a influir de forma sensible en las futuras políticas europeas, no se haya enterado aún de que los problemas de la UE son estructurales, y que si se abandonan las reformas y consolidaciones para hacer nuevas burbujas y nuevos repartos, o si emprendemos el alocado camino de las devaluaciones artificiales para conseguir una competitividad tan inmediata como falsa, la dura catástrofe será inevitable.

Lo más curioso de este viaje que hizo Sánchez a Santiago es que, mientras hizo para Europa un diagnóstico pesimista, basado en la debilidad del crecimiento y en el déficit de liderazgo, perdió una hermosa oportunidad para iniciar la reconstrucción de su partido y liberarlo de las garras de Podemos. Porque si alguien cree que lo que Europa necesita son líderes fuertes y políticas económicas estables y coherentes, mucho me temo que lo que hizo Pedro Sánchez en Santiago fue una campaña electoral a favor de Rajoy y Merkel. Porque primero está la realidad -en la que el desvencijado PSOE actual ni pincha ni corta-, y después las utopías.