La institucionalización del recorte hasta el 2017

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

06 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Pasó sin apenas debate público, pero la actualización del Programa de Estabilidad 2014-2017 que el Gobierno de Rajoy presentó a la Comisión Europea el pasado mes de abril es un documento de extraordinaria importancia. En el texto se marcan las líneas básicas de la estrategia fiscal hasta 2017 que no resulta nada tranquilizadora, porque el Gobierno hace de los recortes su única alternativa.

El plan tiene como punto de partida un déficit público del 7 % en 2010, que es el resultado de unos ingresos del 38 % y unos gastos del 45 % del PIB. Y como punto de llegada se propone alcanzar un déficit del 1 % en 2017, lo que obliga a reducirlo en seis puntos. ¿Cómo quiere hacer el Gobierno este ajuste? Pues básicamente recortando todavía más el gasto público, que baja en cinco puntos, esto es en 50.000 millones de euros con el PIB actual. Por el contrario, el Gobierno renuncia prácticamente a incrementar los ingresos, que apenas crecerán en 10.000 millones, de tal forma que la parte fundamental del ajuste se hará vía gasto.

Y esta estrategia fiscal es inaceptable. Porque España está en un nivel de gasto similar a la media de la Unión Europea y nuestro diferencial negativo está en los ingresos. Esto es, nuestro problema con el déficit no nace de un exceso de gasto sino de una falta de ingresos. Tenemos unas figuras tributarias similares a las de la mayoría de los países de la Unión y unos tiempos impositivos en la banda media/alta, y sin embargo la recaudación fiscal española esta ocho puntos por debajo de la media europea.

Por eso hasta la ortodoxia de la Comisión Europea está en contra de la propuesta del Gobierno, que debería actuar contra el fraude y la elusión fiscal para hacer que todos paguen lo que tienen que pagar. Eso permitiría ajustar el déficit de forma más eficiente y justa, y aproximarnos a una estructura fiscal propia de un país central de la UE.

En cualquier caso, esta previsión de los ingresos fiscales anticipa por donde va a ir la reforma fiscal que va a presentar el Gobierno de forma inminente: la recaudación fiscal no sube, pero tampoco baja, de tal forma que, detrás de los anuncios triunfalistas del Ejecutivo de menores impuestos, habrá que buscar los trucos para aumentar la recaudación por otras vías. Como ha hecho casi siempre el Partido Popular en el Gobierno, reducción formal de los tipos y subidas encubiertas de la tributación.

Pero volviendo al argumento central, la estrategia es la del recorte, bajar 50.000 millones de euros el gasto público, un tijeretazo enorme que el documento del Gobierno va a aplicar a los servicios y prestaciones públicas básicas. Se reducirá el gasto en desempleo, en sanidad, en educación, en vivienda, en medio ambiente, en pensiones, donde se prevén cuatro años con ese aumento ridículo del 0,25 %, se congelan tanto el salario como el número de empleados públicos... Se recorta en todo menos en dos cosas: las subvenciones a las empresas y sobre todo el pago de interés por la deuda pública que, en contra del discurso oficial, aumentan el 12 % hasta 2017.