Patas quebradas

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

07 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Algunos añoran las patas quebradas, vistiendo su nostalgia de supuestos principios. Y parece que las burradas salen baratas al peso. O parece que las palabras no pesaran nada. En otros lugares el machismo se paga a un alto precio. En el 2011, dos periodistas de la cadena británica Sky que habían retransmitido partidos de fútbol en directo para el canal durante veinte años perdieron sus puestos de trabajo. Trascendieron comentarios previos a una retransmisión en los que ambos aseguraban, entre otras exquisiteces, que la inutilidad de una jueza de línea estaba garantizada por el hecho de ser mujer. Siguieron con sus carreras, pero en otros lugares. Seguramente lo sucedido los haya invitado a guardarse su convicción sobre las evidencias científicas sobre la superioridad masculina en el proceso supremo de levantar un banderín si hay fuera de juego. Aquí, un sacerdote y un profesor aprovecharon sus posiciones privilegiadas para lanzar ante su público proclamas que no merecen adjetivos porque se ilustran a sí mismas. Un señor dijo ante sus alumnos que las mujeres no deberían estar ni en los colegios ni el el Congreso, porque su meta es atender a su marido en casa. Otro aseguró con naturalidad que hace treinta años a la mujer se le pegaba pero no se la mataba porque había una moral. ¿Cómo se analizarían desde esa perspectiva el secuestro, violación y anunciada venta de doscientas niñas por el grupo integrista Boko Haram en Nigeria? Se podría decir que, en otros tiempos, los radicales habrían obligado a las niñas a casarse con ellos, habrían abusado de las menores, las habrían repudiado y habrían aumentado su cuenta de esposas infantiles. Como mandan los cánones de las cabezas quebradas.