El viento del jazz

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

10 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Pocas sensaciones hay más libres que la del viento del jazz. Da igual la noche que el día. El calor que el frío. Como pasa con todo el arte que es auténtico, el jazz siempre te electriza o te mece. Pocas sensaciones hay tan gratas como cerrar los ojos y escuchar a cualquiera de los genios del jazz. ¿Por dónde empezar? Hay tanto. Pero muchos les dirán que por Miles Davis y su Kind of Blue, un disco en estado de gracia. Otros se irán con Charlie Parker o con Chet Baker o con el amor supremo de John Coltrane o, por supuesto, con Louis Armstrong. Qué más da. Todas son maravillas, prodigios para descubrir y disfrutar. Pero ¿dónde nace el jazz? ¿De dónde sacan los músicos esa magia para improvisar, para cabalgar hacia horizontes increíbles con las notas? Pues resulta que hace poco se supo que unos investigadores habían escaneado el cerebro de los músicos mientras tocaban el piano y lograron trazar un mapa de esa creatividad. Sucede que, al teclear, los artistas de jazz desactivan las regiones cerebrales asociadas con la inhibición y con la autocensura. Y, justo en ese punto, es cuando se convierten en gigantes e inician esa cabalgata que nos ha dado momentos tan mágicos. La ciencia explica así lo inexplicable: la belleza de esas notas que, al cerrar los ojos, nos hacen crear a nosotros también asociaciones fabulosas. Al abrigo o a la intemperie.