El poder de la UE y la rebelión del elector medio

Jaime Miquel
Jaime Miquel TRIBUNA

OPINIÓN

03 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En la España actual no queda más poder que el que ejerce la Unión Europea, convenciendo a las personas de que fuera de la zona no hay más que empobrecimiento. Todo lo demás es discutible y es discutido. La necesidad de pertenecer a la UE es directamente proporcional al patrimonio: cuanto más se tiene, más se pierde fuera del euro, aunque la idea esté diseñada para todos. El segundo dogma que sustenta este poder es que la deuda es un producto colectivo, porque todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. El elector medio nunca ha vivido por encima de sus posibilidades, se endeuda en lo que puede y cumple con sus compromisos. El dato objetivo es que el 95 % de los propietarios de inmuebles pagan los vencimientos de sus hipotecas en España, siendo ese el único endeudamiento de envergadura de las personas normales y esa su tasa de cumplimiento: quienes han generado la deuda y los impagados son otros, podría concluir. Para las personas normales, una carretera sin coches o un aeropuerto sin aviones no son negocios fallidos sino estafas, desde la concesión de las obras hasta el rescate de sus contratos de explotación con el dinero de todos; estafas en las que están implicados los responsables políticos y las grandes empresas de obra civil, con independencia de la financiación ilegal de los partidos y el enriquecimiento ilícito de algunos. Que esto lo hayan financiado unos bancos que no han medido su riesgo y han perdido, sean españoles o alemanes, tampoco es un asunto que le incumba a la gente.

El problema es que la política unificada de reducción del déficit público que aplica la UE en España mediante el PSOE y el PP ha condenado ya a la precariedad en el empleo, a la pobreza y a la inseguridad a la generación más joven, y la gente se rebela. La evidencia incontestable de esta rebelión son los resultados no deseados que producen los sistemas electorales en el sur endeudado, como la progresión de Syriza hasta la condición de primera fuerza en Grecia, el M5E en Italia o la abstención electoral en España, lo que debería ser más que suficiente para concluir, aparte otras consideraciones, que estas políticas no son aplicables. Estos resultados no deseados expresan la oposición ciudadana, pero también la despreocupación sobre el abandono de la UE. Son electores que se sienten en manos de estafadores, que se empobrecen dentro de la zona o las dos cosas, luego no temen abandonarla. En el desarrollo en el tiempo de estas políticas de la UE y en una reflexión obligada por las circunstancias, el elector medio descubrirá que el PIB per cápita español es similar al francés, para asumir la condición de el más tonto de la Unión, porque no ve un euro en su bolsillo, pero sí el problema: el desigual reparto de la riqueza, por lo que todos la mitad de ricos será mejor que todos pobres menos los ricos. Las políticas de la UE ya han prescindido de la generación más joven del sur endeudado, luego entramos en una fase en la que decirle a la gente que todo en orden es temerario.