Despedimos el año en el que los figurones del COI declinaron abruptamente la histriónica invitación de Ana Botella a que se tomaran una «relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor». Aprendimos una nueva figura jurídica gracias a De Cospedal, la «indemnización en diferido en forma de simulación» que recibió Bárcenas, al que Rajoy daba ánimos -«Luis. Lo entiendo. Sé fuerte»- después de que se descubriera que tenía una fortuna en Suiza. Y para más explicaciones, «todo es falso, salvo alguna cosa» y «ya tal». También en este año que se va supimos que, en realidad, la huida en masa al extranjero de los jóvenes españoles en busca de trabajo se llama «movilidad exterior», en palabras de Báñez, y Arias Cañete nos dio algunas recetas para sobrellevar la crisis: comer yogures caducados y ducharse con agua fría. Pero no hay que preocuparse porque Montoro anunció que «España va a ser capaz muy pronto de asombrar al mundo». Es cierto que la cifra de paro -que, según Rajoy, era «insoportable e inaceptable» y culpa de Zapatero hace dos años, cuando era más baja- y el crecimiento galopante de la deuda causan estupefacción allende nuestras fronteras. Pero seguramente se refería a la nueva palabra fetiche de Rajoy para ir tirando en el 2014, recuperación. Fue la que quiso colocar en esa triunfalista rueda de prensa -que sinceramente no mejoró el plasma- en la que supimos que la ley del aborto alabada por el ultra Le Pen se denomina en rajoyés «ese asunto». Antes nos había ilustrado sobre la palabra registro, que para él significa «colaborar con la Justicia». Les deseo, en todo caso, que «el año de la recuperación» les sea propicio. Fin de las citas.