Una cuestión de Estado

Julio Sequeiros Tizón AL DÍA

OPINIÓN

18 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En las afueras de las grandes ciudades suelen encontrarse empresas de reciclado de vehículos dedicadas a un negocio muy fructífero. La tarea consiste en comprar coches usados por su valor residual o, principalmente, coches nuevos accidentados (incluso certificados de siniestro total) para desmontarlos y venderlos por piezas. El negocio es tan lucrativo que incluso se importan automóviles destrozados para su desguace.

Este negocio -comprar objetos deteriorados, desmontarlos y venderlos por piezas- no se ciñe solamente a los artilugios mecánicos sino que, por el contrario, se ha desarrollado intensamente en el mundo empresarial de la mano de los fondos buitre. Y en las épocas de crisis este negocio florece. Y lo hace debido a que una gran parte de las empresas están deterioradas, accidentadas o en situación de siniestro total. Valga un ejemplo. Un banco español acaba de vender una cartera de créditos fallidos valorada en 600 millones a uno de estos fondos por 30 millones de euros. El fondo comprador es un grupo americano especializado en lidiar con morosos, recuperar créditos impagados, manejar hipotecas inmobiliarias y desguazar empresas. Un fondo que ha tenido rentabilidades históricas por encima del 30 % anual.

En el caso de NCG Banco se han acercado algunos de estos buitres pero se han presentado también entidades solventes con una larga trayectoria en la actividad financiera. En este sentido, lo sensato sería que la puja fuera favorable a algunas de estas entidades y, concretamente, a aquella en la cual el solapamiento de sucursales fuera el menor posible para mantener el máximo de empleo. Pero esta situación va a depender también de las ofertas que hagan estas instituciones. Y va a depender, además, de la razón de Estado. Veamos. Lo primero a destacar es que la subasta de NCG ha logrado interesar a los grandes bancos españoles y al capital extranjero (buitres ahí incluidos). Y esto es un éxito. Alguna de las subastas anteriores ha quedado desierta y, de momento, esta no. En mi opinión, si NCG Banco no tuviera candidatos a la subasta España no cerraría el rescate bancario con la celeridad con la que lo hizo.

La razón de Estado vuelve a intervenir al tener en cuenta que España acaba de abandonar un rescate bancario con la situación de su sistema financiero aparentemente saneada. Pero esto no acaba aquí. Para el otoño del próximo año tendremos sobre la mesa los test de estrés de toda la banca continental que se incorporaría a la Unión Bancaria Europea y no podemos aparecer ahí con un banco relativamente grande en una situación crítica. Salir en la foto con un banco deteriorado después de renunciar unilateralmente (en contra de las sugerencias europeas) al resto del rescate bancario no sería de recibo ni en Bruselas ni en Berlín. Una cuestión de Estado.

Y la compra de NCG por parte de un gran banco español conjura, en gran medida, el peligro de aparecer con un suspenso en una foto de toda Europa en la cual, o hay suspensos suficientes, o la foto está mal hecha. Son palabras de Mario Draghi, no mías. Sería deseable que no hubiéramos llegado a esta situación. Pero aquí estamos. De todas formas, y aunque sería deseable que se quedara en Galicia la sede de la empresa (por cierto, y es una pregunta: en Vigo, A Coruña o en Santiago), lo realmente relevante es abandonar lo más rápido posible esta situación de sequía crediticia, recuperar el crédito a las pequeñas y medianas empresas, e iniciar la creación de empleo cuanto antes. Y estos objetivos son alcanzables más fácilmente con un gran banco español absorbiendo los restos del naufragio, que construyendo una barca nueva con los restos de la vieja. Y esto también es una cuestión de Estado.

Julio Sequeiros Tizón es catedrático de Estructura Económica de la Universidade da Coruña.