Desgobernando: mareas blancas y Tea Party

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

04 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los fundamentalismos tienen peligros. Vean si no hasta dónde ha llegado la derecha neoliberal americana para salirse con la suya. A desgobernar y paralizar su nación, y con ello el mundo aquel donde se esfuerzan, también por la fuerza, en ser hegemónicos.

La historia que ahora nos ocupa no es por mal gobierno del presidente Obama, ni desacuerdo con un presupuesto desmedido, ni siquiera por un intolerable déficit público de la Administración americana. A los republicanos del Tea Party, mayoritarios en la Cámara de Representantes, lo que les molesta es que los ciudadanos tengan derecho a un seguro de salud, que hasta ahora le había sido negado a una gran parte de los ciudadanos de EE. UU. y que desde el 1 de enero será subvencionado para quienes ingresen menos de 24.000 euros anuales.

El Partido Republicano, que llegó a votar más de cuarenta veces en contra de la reforma sanitaria en la Cámara de Representantes, perdiendo siempre en el Senado, acudió también a los tribunales, confirmando el Supremo la constitucionalidad de la ley. Convirtió su oposición frontal a la asistencia sanitaria universal en el alfa y omega de la campaña presidencial republicana, y su candidato fue derrotado.

El radicalismo del Tea Party no tiene parangón en ninguna otra formación política, y por ello más parece un fundamentalismo religioso que un partido político. Lo que explica sus posiciones políticas en contra de los anticonceptivos, el aborto, los derechos homosexuales o su aislacionismo internacional, pero aun así hace difícil comprender su rechazo al derecho a una sanidad universal. Convertido tal rechazo en paradigma de su objetivo irrenunciable: la miniaturización del Estado. Reducción del Estado, que bajo los principios de un radical neoliberalismo condena a los ciudadanos a someterse a las formas más desreguladas de los mercados, donde los derechos ciudadanos son negocios.

Bajo apariencias menos furibundas, todavía, estas posiciones radicales de desaparición de servicios públicos, derechos ciudadanos y desprestigio de lo público avanzan con contundencia en la vida política española, también gallega.

Y aunque puedan considerar que es tomar el rábano por las hojas, los denodados esfuerzos de los Gobiernos de la Comunidad de Madrid, de la Valenciana, y en menor medida de Cataluña y Galicia, por externalizar o privatizar grandes, medianas y pequeñas instalaciones sanitarias, o educativas, e incluso las más recientes y precarias de vejez y dependencia, ayudadas por la implantación del copago farmacéutico, de comedores escolares, reducción de becas, y rechazo de las Administraciones públicas, son preámbulo y consecuencia de una concepción política que en su extremo de fanatismo neoconservador hace que Estados Unidos quede paralizado. Conservadurismo neoliberal que también nos invade, si mil mareas ciudadanas no lo impiden.