¿Y ahora qué?

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

01 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Todo pasa y todo queda, lo dijo el poeta. Tras la pausa agosteña aderezada con la crisis en Gibraltar, muy oportuna al servicio de la unidad patria, como un paréntesis en la espiral de crispación popular, vuelven y llaman a la puerta los problemas pendientes mezclados con nuevas-malas noticias para el bolsillo y los derechos sociales de los españoles.

La reunión en la sede central del PP, con un Rajoy descansado tras su reencuentro con Galicia, abre el escenario interno de un partido en el que se adivinan tres actitudes. Los que se levantan aterrorizados por los titulares de la prensa útil a la estrategia de Bárcenas. Los que mostrarán su lealtad inquebrantable a la cúpula, como hacían con Fraga y Aznar. Los que llevan tiempo pensando que hay que dar un golpe de mano y aprovechar lo que queda de legislatura con mayoría absoluta, pilotando un cambio de generación popular.

Es tiempo para revisar el déficit acumulado y su cifra final. Pueden llegar nuevas directivas sobre lo que hay que recortar para seguir recibiendo la ayuda de los mercaderes. No olvidemos que está pendiente cómo hacer sostenible el sistema público de las pensiones, tras el informe de los doce sastres que puso el Gobierno, entre apocalípticas previsiones y fórmulas matemáticas, a la tarea de justificar otro incumplimiento más, el de mantener el poder adquisitivo de los pensionistas.

La cadena humana a modo de sardana secesionista. Una Barcelona que con la Diada pretende dar jaque mate a un Gobierno de España que, tal como les ha vendido el nacionalismo, les perjudica, por injustos e ineptos, en el uso y disfrute de los recursos producidos por la ciudadanía catalana. Si bien al día siguiente volverán a pedir árnica a Montoro, tanto para los hijos de Pujol como para el déficit en sus cuentas.

En el otro bando están entretenidos con la sucesión de Rubalcaba y todos los dirigentes, por haber perdido la capacidad de ser alternativa a los desmanes de la derecha, y estar más preocupados por los ERE de Andalucía y sus imputados que por la regeneración del sistema democrático dando ejemplo con su propia iniciativa interna.

Cualquier noticia política que no termine con la partitocracia de mediocres, acomodados, fontaneros del aparato, señoritos alejados del pueblo llano, atrayendo a una nueva generación de dirigentes, no es noticia para una sociedad sin rumbo democrático.