Egipto en llamas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

16 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Nada más ilustrativo que el tuit de Hazem Azim que traduzco del árabe: «En la década de los cincuenta, los Hermanos Musulmanes incendiaron el Cairo, en el 2013 han incendiado todo Egipto». Esta frase describe cómo la polarización de la sociedad egipcia no es un fenómeno reciente, sino el resultado de un proceso histórico que se inició en 1945, cuando los Hermanos Musulmanes, incapaces de lograr ningún escaño en las elecciones parlamentarias, crearon un aparato militar como medio para lograr el poder. Los ataques a británicos y judíos en 1948, tras el inicio de la primera guerra árabe?israelí, el asesinato del juez Ahmed al Khazindar Bey y el posterior hallazgo de algunos arsenales llevarían al Gobierno egipcio a ilegalizar la organización.

El apoyo a la revolución liderada por los Oficiales Libres en 1952, que provocaría la independencia de Egipto, no evitaría que, tras el atentado fallido del 26 de octubre de 1954 contra Gamal Abdel Nasser, se iniciara una dura persecución de los Hermanos Musulmanes hasta su relegalización en el 2011.

Su victoria de ese año en las urnas solo ha sido un espejismo del Estado islamista que deseaban. Empecinados en purgar a sus enemigos de décadas -Ejército, policía y jueces-, su falta de voluntad para impulsar las reformas legales con consenso, su incapacidad para solucionar los graves problemas económicos y su rechazo a dialogar con la oposición dieron la excusa perfecta a los golpistas. Los Hermanos Musulmanes, conscientes de que su resistencia en las calles es la única arma que tienen para aferrarse a un poder del que quedaron deslegitimados pese a los votos, prefieren crear miles de mártires que reconocer el fracaso de su proyecto. Los militares, sin ganas de razonar con ellos, han recurrido a la violencia para desalojar sus campamentos. El conflicto ha incendiado Egipto. Apagarlo será lento y costoso en vidas y en democracia.